La periodista colombiana Alejandra Omaña cumplió con su promesa de desnudarse si es que el equipo del cual es hincha, Cúcuta Deportivo, ascendía a la 1ra. División A de su país. "Desde mi cuenta de Twitter @Aleomanaz, antes de que empezara el partido, prometí que si el equipo ascendía, me desnudaba para SoHo", cuenta Omaña.
Alejandra Omaña en la revista Soho.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El Cúcuta Deportiva jugó el 2014 en la 2da, División colombiana y se convirtió en un serio candidato al ascenso, por lo que en 2015 disputó el partido por un lugar en la máxima categoría contra el Deportes Quindío-
Antes del encuentro decisivo, la peridista Alejandra Omaña Ortiz prometió que si los apodados "Los Motilones" o "rojinegros" ganaban, ella posaría sin ropa.
“Si ganamos, me desnudo”, prometió.
Gran expectativa generó su promesa. Cúcuta Deportivo ganó 4-3 en el global, regresó a la Liga Postobón, y la periodista tuvo que cumplir su palabra.
Además, Alejandra había protagonizado varios debates intensos
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Alejandra Omaña se desnuda
https://youtu.be/jn7H6teNfKk
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Alejandra nació en el hospital Erasmo Meoz, estudió en los colegios públicos de Villa del Rosario, Policarpa y General Santander, come pasteles de garbanzo, almuerza mute los domingos y paga el taxi cuando va al río Zulia: es como una cucuteña cualquiera, que hace las cosas sin intención, “pero la gente termina creyendo que es para llamar la atención”.
Ella vive sola, no es amiguera, y acaba de iniciar una relación amorosa después de pasar año y medio sin novio: tuiteando se ‘conoció’ con Daniel Samper Ospina, quien la invitó a hacerse un autorretrato para una sección que se iba a estrenar en la revista Soho. No aceptó la propuesta y le dijo que quería escribir. Envió su 1er. artículo y a los 20 minutos le activó un espacio en el portal. Ahora también escribe para una revista de Ecuador y otra de Barranquilla; coordina la Fiesta del Libro de Cúcuta desde hace 3 años y, en Bogotá, edita textos en Alfaguara.
En Soho logró generar una bronca terrible en Cucuta por una columna que escribió y que provocó la reacción airada de otra periodista, Andrea Guerrero.
El 20/01, cuando el Cúcuta Deportivo se enfrentó al Quindió se le ocurrió enviar un tuit que decía bromeando: "Si el Cúcuta avanza a la A, me empeloto en Soho". Y fueron muchos los seguidores que la incitaron a hacerlo, ‘sin morbosidad’. Entonces se lo propuso a Daniel Samper y él le respondió: "Las promesas se cumplen". Viajó a Bogotá y se metió en los tacones de una modelo, por un día, y desde ese instante sintió el más profundo respeto por esa profesión, “porque uno tiende a menospreciarla”.
"Fue una jornada dura y larga ante el fotógrafo Alex Mejía quién me preguntó: '¿Qué quieres o no quieres mostrar?' En ningún momento me exigieron nada. Dejé que todo fluyera. No es tan fácil sentirse sexy y transmitírselo a la cámara”. Con maquillaje le taparon algunas pequeñas cicatrices, pero dejaron al descubierto sus 6 tatuajes: uno contiene la fecha del día en que murió su papá. El otro es un búho en la muñeca “que significa sabiduría y paciencia”.
Su mamá Fanny no se había enterado de la osadía, pero Alejandra se dijo convencida que la entenderá “sabe que no soy mala hija, ni desjuiciada, que me la paso trabajando, leyendo y escribiendo, que no es con un morbo desenfrenado y mucho menos que fue una ligereza posar desnuda”.
“Fue una jornada inolvidable, que tacho de la lista de cosas que tenía que hacer en mi vida. Les dejo las fotos y espero ser más prudente con la apuesta que haga por si el Cúcuta Deportivo queda campeón este año”, escribió Alejandra.
Alejandra posó para la edición de la revista Soho, y compartió el ‘backstage’ con sus seguidores a través de su cuenta oficial de Twitter.
Luego escribió un corto texto para acompañar las fotos en Soho, fue una especie de explicación por qué quería salir desnuda:
"¿Por qué me desnudé?
Soy cucuteña y, como la mayoría de los que nacemos allí, tengo una especie de sentido de pertenencia visceral, a veces desbordado. Así fue como sin nacer en una familia futbolera, con un papá que disfrutaba más de las corridas de toros y el ciclismo, y con un hermano con pasiones musicales, descubrí en los demás cucuteños, en el ambiente, en las esquinas y en las tiendas de barrio la pasión por el Cúcuta Deportivo. Por ende, más que aprender de jugadas, posiciones o figuras, me dejé llevar por la emoción de sentirme parte de un movimiento que se viste de rojo y negro. Cuando asistí al General Santander por primera vez, descubrí quizá un amor auténtico, con alegrías y tristezas, con aciertos y equivocaciones, pero por encima de todo, leal, porque de verdad supe que duraría toda la vida. Comprendí también que el amor por el equipo va por la sangre y se siente en el sudor que deja el sol fuerte del mediodía, viene de adentro y revitaliza tanto com o volver a comer en casa después de un largo viaje.
Contra todo pronóstico, mi hermano, que se hizo músico, me vinculó directamente a los jugadores. En 2006, cuando el profesor Jorge Luis Pinto llegó a dirigir el equipo, acostumbraba a hacer una misa en el hotel de la concentración cada vez que jugaban en casa. Mi hermano cantaba en esas misas y yo, con unos 14 años, me iba tras él con la excusa de ayudarle a recoger los cables del piano y cargar los libros de las canciones. Ahí, en silencio, admiré el consagrado trabajo del profe, la altura del capitán Pepe Portocarrero y suspiré de amor por César Arias, el pelado que venía de Alianza Petrolera y decían que se convertiría en la gran figura cuando el cuerpo le diera para aguantar los 90 minutos. Eran los mejores días; verlos en la cancha, en los periódicos, luego tenerlos frente y reconocerlos. Sonreía mucho por esos días y conseguía boletas gratis para entrar al estadio.
La pasión se mantuvo vigente a pesar de los directivos que pasaron por el equipo, que lo administraron cual cabalgata o reinado de tierra caliente, desaparecieron recursos y dejaron a más de 40.000 cucuteños que le caben al General Santander viviendo con domingos de fútbol triste. El sentimiento siguió a pesar de dejar escapar de las manos la hermosa Copa Libertadores
Pero iniciamos 2015 con el pie derecho, con la mejor actitud y con un sorpresivo Torneo de Ascenso, que nos devolvió la fe en los milagros. Así, el 20 de enero, el Cúcuta Deportivo jugó con Deportes Quindío un señor partidazo, con sudor, escándalo y una emoción final indescriptible, particular, como la que solo produce el fútbol, la tierra de uno, los colores de la bandera. Ese 20 de enero, desde mi cuenta de Twitter @Aleomanaz, antes de que empezara el partido, prometí que si el equipo ascendía, me desnudaba para SoHo. Por eso estas fotos, hechas por el maravilloso fotógrafo Álex Mejía. Fue una jornada inolvidable, que tacho de la lista de cosas que tenía que hacer en mi vida. Les dejo las fotos y espero ser más prudente con la apuesta que haga por si el Cúcuta Deportivo queda campeón este año.
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