Florida
ejecutó al segundo condenado a muerte en lo que va de año. Tras esperar
21 años, Elmer León Carroll, fue declarado muerto a las 6 y 12 minutos
de la tarde de ayer, tras recibir una inyección letal.
En 1990,
Carroll, de 56 años, violó y degolló a la niña Christine McGowan, de 10.
Fue sentenciado a muerte en 1992 y inició un proceso de apelación que
terminó en la mañana de ayer miércoles cuando el Tribunal Supremo de
Estados Unidos negó posponer la ejecución.
Según
informó el director de la cárcel de Starke, al noreste de Florida, donde
se procedió a la ejecución, Carroll recibió su última comida a las 10
de la mañana que consistió en huevos con bacón, tomate, biscochos,
aguacate, ensalada de frutas de papaya, melocotón y piña y un vaso de
leche.
El
asesino ingresó a la cámara minutos antes de la 6 de la tarde. Un médico
lo acostó en una cama especial y le introdujo tres agujas en el brazo
derecho. Una lo durmió, otra relajó el cuerpo y la tercera le causó la
muerte. Cuando el verdugo le preguntó si tenia una última declaración,
Carroll dijo que no.
La
ejecución fue presenciada por la madre y el padrastro de la niña
asesinada, quienes no quisieron prestar declaraciones. Sólo habló el
fiscal estatal Jeff Ashton, que logró la condena a muerte de Carroll,
pero fue parco: «Para mi, esto es el cerrar de un círculo», dijo.
En el
exterior de la cárcel se concentraron unas 30 personas que se oponen a
la pena de muerte, entre ellas el Obispo John Noonan, de la Diócesis de
Orlando, donde ocurrió el asesinato. La pena de muerte «es una
herramienta destruidora y no preventiva», afirmó el prelado.
El mundo
político de Florida está enfrascado en un debate sobre la lentitud que
sufren los procesos de apelación de las condenas a muerte. El 40% de los
404 sentenciados a la pena capital en el estado se encuentran en el
‘corredor de la muerte’ hace más de 20 años.
Precisamente en abril, también en Florida, fue ejecutado un reo que permaneció en el ‘corredor de la muerte’ durante 32 años.
En noviembre de 1980, Larry Eugene Mann secuestró y mató a una niña
también de 10 años. Fue condenado a la pena capital año y medio después,
pero sus abogados iniciaron un proceso de apelaciones que se transformó
en uno de los más largos de la historia de Estados Unidos.
Los
abogados nunca cuestionaron que Mann asesinó a la niña. Simplemente
argumentaron ante las diferentes instancias que el juicio adoleció de
muchos defectos y que el hombre se había arrepentido piamente del
crimen, a punto de ingresar en una iglesia, por lo cual no merecía la
pena capital. Incluso, intentó suicidarse dos veces. La primera, horas
después del asesinato, pero la policía logró impedirle.