PriceWaterhouseCoopers no aprobó los resultados del 3er. trimestre de la petrolera brasileña Petrobras, ya que la firma de auditoría exigió una investigación mayor sobre el escándalo de corrupción en el que está involucrada la estatal, informó el diario O Estado de S.Paulo.
En las playas de Inema, de la base naval de Aratu, comienza a nacer el segundo gobierno de la reelecta mandataria Dilma Rousseff. En este fin de semana, la presidenta de Brasil se reunirá con quien fue su amigo, confidente y aliado cuando todo parecía perdido: Jaques Wagner, el saliente gobernador de Bahia, quien emergió de las elecciones como uno de los mayores triunfadores.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Petrobras huele a podrido, tal como la venezolana Pdvsa o la mexicana Pemex, donde el presidente Enrique Peña Nieto inició una difícil reorganización que, sin duda, tendrá que acomete también Dilma Rousseff en Brasil.
Brasil era considerado un modelo diferente a Pdvsa y Pemex, pero termina resultado más o menos lo mismo: una 'caja política' del Ejecutivo Nacional para financiar sus malabarismos políticos.
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Los directores de Petrobras paralizaron el viernes 31/10 una reunión de la junta antes de tomar cualquier decisión y la reprogramaron para el martes 04/11, dijo a la agencia Reuters una fuente, sin dar más detalles.
Se esperaba que el viernes se discutiera una posible subida en los precios de los combustibles.
El diario O Estado indicó que en la reunión la junta de Petrobras, que está presidida por el ministro de Hacienda, Guido Mantega, se discutió cómo manejar las exigencias de PwC de que se investigara más el presunto esquema de corrupción que investiga la policía federal brasileña.
PriceWaterhouseCoopers, que audita las declaraciones financieras de Petrobras desde 2012, no quiso firmar el informe de ganancias del tercer trimestre de la petrolera y amenazó con llevar el caso ante las autoridades estadounidenses, informó Estado.
Las acciones de Petrobras cotizan en varias bolsas, incluyendo el BM&FBovespa, en Sao Paulo, y la Bolsa de Nueva York.
Representantes de PwC no respondieron inmediatamente a las llamadas de Reuters. Al diario brasileño, PriceWaterhouseCoopers le dijo que no realizaba declaraciones sobre sus clientes.
Representantes de Petrobras no quisieron hablar.
La policía federal de Brasil investiga un presunto fraude en la petrolera estatal, mediante el cual se habían canalizado fondos para el Partido de los Trabajadores, al cual pertenece la reelecta presidenta Dilma Rousseff, y para sus aliados en el Congreso brasileño.
Las acusaciones fueron hechas por el ex ejecutivo de Petrobras, Paulo Roberto Costa, y por un operador del mercado negro de divisas llamado Alberto Youssef, que fueron arrestados en marzo en una investigación por blanqueo de dinero.
Petrobras dijo que la semana pasada que contrataría a dos firmas legales para que realicen investigaciones independientes sobre las acusaciones de corrupción, uno de los temas principales en las campañas de los candidatos a la elección presidencial, que Rousseff ganó la semana pasada.
En las playas de Inema, la base naval de Aratu, comienza a nacer el segundo gobierno de la reelecta mandataria Dilma Rousseff.
En este fin de semana, antes del previsto regreso el lunes a Brasilia, la presidenta de Brasil se reunirá con quien fue su amigo, confidente y aliado cuando todo parecía perdido: Jaques Wagner, el saliente gobernador de Bahia, quien salió de las elecciones como uno de los mayores triunfadores.
Eligió como su sucesor a Rui Costa (pese a que sectores importantes del PT querían otro candidato), a quien las empresas de medición de opinión pública señalaban como perdedor, y supo aquietar a la mandataria Dilma Rousseff en los días más tensos entre la primera y la segunda vuelta.
Cuando muchos exigían una postura más dura, Wagner era la voz serena que indicaba el camino a seguir. De su relación de extrema confianza con la presidenta, el político bahiano emergió como uno de los hombres fuertes del segundo y último gobierno de Dilma Rousseff.
Wagner ha sido considerado para ser ministro de Hacienda, ministro-jefe de la Casa Civil y ministro de Relaciones Institucionales.
Ahora, la nueva apuesta es que, con la bendición del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), sea el nuevo presidente de Petrobras, la mayor empresa de Brasil y que estuvo en el centro de la campaña electoral, y no por lo mejor que tiene para exhibir.
“Petrobras necesita alguien con autoridad política para levantar su imagen", dijo a Brasil/247 uno de los más cercanos interlocutores de la presidenta Dilma y también del ex presidente Lula.
“Además, el segundo mandato será el que coseche lo plantado en el primero. Y en los próximos años, Brasil se convertirá en uno de los grandes productores de petróleo del mundo. Petrobras necesita de una cara nueva, con credibilidad, para salir de las páginas policiales”, afirmó.
Sindicalista, Wagner hiuzo su carrera junto a los petroleros del polo petroquímico de Camacari, en Bahia. Allí desarrolló la condición por la que es más conocido: su capacidad de diálogo.
La presidenta Dilma Rousseff, en su primer discurso como presienta reelecta, dijo que su segundo mandato será de diálogo. Ningún político del PT se encuadra tan bien en ese perfil como el gobernador de Bahia.
Tras la victoria ajustada de Dilma, Wagner usó Facebook para poner su sello propio al nuevo estilo conciliador de la presidenta. "La elección terminó. Vamos a bajar de la tribuna y comenzar a trabajar para unir al país. Es importante que haya críticas y cuestionamientos, pero sin odio, sin dividir a la población", escribió.
Y agregó: "la victoria ajustada tiene un lado bueno: nos obliga a entender que tenemos que trabajar aún más para satisfacer las demandas de aquellos que no creyeron en nuestro proyecto. No mediré esfuerzos para concretar esa tarea".
Wagner, en toda la campaña, cuestionó "el tratamiento de shock" dado por el PT a Marina Silva antes de la primera vuelta y Aécio Neves en la segunda y defendió una campaña propositiva.
Fue jefe del bloque del PT en la Cámara de Diputados y allí gerenció la crisis que estalló con la denuncia del llamado "mensalao", en el 2005. Fue ministro de Relaciones Institucionales con Lula y en ese gabinete trabó amistad con Dilma, jefa de la Casa Civil.
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