Nunca antes en Brasil se acumularon tantas sospechas sobre quién es realmente Luiz Inácio Lula da Silva: ¿el pragmático populista tan carismático o un personaje turbio que o concede o avala la corrupción de sus colaboradores más cercanos y hasta se aprovecha de ella? Lo que sà es evidente que Lula da Silva apuesta por la continuidad del Frente para la Victoria en la Argentina, y por eso le dijo al diario K Página/12 que vota por Daniel Scioli (simbólicamente, claro).
Lula da Silva pretende reforzar a Daniel Scioli.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24 ). Tres años después de haber sido condenado como lÃder del 'mensalao' (la causa por compra de votos en el Congreso que fue el principio del fin de su carrera polÃtica), el ex jefe de gabinete de Luiz Inácio Lula da Silva, José Dirceu, cofundador del Partido dos Trabalhadores, fue denunciado de nuevo por el Ministerio Público bajo acusaciones de corrupción, lavado de dinero y organización criminal. Esta vez se trata del caso 'Lava Jato', que investiga la corrupción en la estatal Petrobras. Además de Dirceu fueron denunciados un hermano y una hija suyos, su ex asesor y varios personeros ligados a la gestión de contratos con Petrobras, en los cuales se descubrieron pagos ilegales, en total 17 personas.
Sin embargo, Lula da Silva sigue quedando afuera de las denuncias contra sus colaboradores más cercanos. ¿La corrupción ocurrÃa en la antesala del despacho de Lula y él nunca se enteró? A muchos brasileros (cada vez más), el asunto no les resulta coherente. En el interÃn, Brasil avanza hacia la pérdida de su grado de inversión o investment grade, que tantos beneficios le permitió en dÃas de Lula da Silva presidente.
Por ese motivo (terminar con los casos judiciales de sus amigos, colaboradores y quizá él mismo), Lula da Silva intenta resurgir presidenciable. Y como parte de esa decisión de mantenerse en la marquesina de la polÃtica, él decidió participar de la campaña proselitista del Frente para la Victoria argentino.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-281063-2015-09-06.html
Lula da Silva acompañará a Daniel Scioli al bonaerense municipio de José C. Paz para inaugurar un UPA, una Unidad de Prevención y Asistencia en salud.
Ellos también irán a La Matanza para que Lula reciba 2 doctorados 'honoris causa', uno de la universidad local y otro de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo que conduce Nicolás Trotta.
Y juntos estarán con Cristina Fernández de Kirchner.
Anticipando el arribo de Lula da Silva, el ex titular de la estatal agencia de noticias Telam, y columnista del diario K Página/12, MartÃn Granovsky, publicó en ese matutino una entrevista al brasilero que esconde una contradicción: Lula da Silva se afana por lograr que resurja el Mercosur, un fracaso frente a la pujanta Alianza del PacÃfico, el bloque regional alternativo. Y no asume el motivo principal por el que está estancado el Mercosur: las restricciones al comercio que impuso Cristina Fernández de Kirchner, lÃder del Frente para la Victoria. Esa omisión de Lula da Silva ya vuelve inverosÃmil el resto de su relato. Pero aquà va un fragmento:
"–Después de que usted se reunió con Scioli aquà mismo, trascendió una frase suya al candidato argentino: “Daniel, tenés que ganar para que la Argentina no retroceda”. ¿Fue asÃ?
–Voy a decir una cosa de todo corazón. Voy a contestar la pregunta a corazón abierto. Tengo una relación muy digna y muy respetuosa con la Argentina. Comprendo perfectamente el papel de la Argentina. Tuve una relación extraordinaria con Néstor Kirchner, y también la tengo con Cristina. Entonces desde Brasil obviamente yo hincho para que Cristina consiga que sea elegido el sucesor que ella quiere ver en la Presidencia. Y más todavÃa cuando el sucesor es Scioli. Yo hincho para que Scioli gane las elecciones. Quiero que gane las elecciones alguien que quiera mantener una buena relación con Brasil. Alguien que vea a Brasil como socio y no como adversario. Que quiera acrecentar la relación comercial, polÃtica y cientÃfica entre los dos paÃses. Por eso no debe haber retroceso. Ya sufrimos la era militar. Ya vivimos la etapa de Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso, cuando fueron desmontados el Estado argentino y el Estado brasileño. Después pasamos por momentos de dificultades pero más tarde vino la bienaventuranza para nuestros pueblos. Hoy el momento es difÃcil. Ahora tenemos que buscar más que nunca esa aproximación.
–¿De qué manera?
–No creo que fuera de América del Sur y del Mercosur tengamos mucha salida. Para volver a crecer tenemos que creer en nuestro potencial. En el potencial del mercado interno del Mercosur y de la Unasur, en la capacidad productiva, en la capacidad de nuestros intelectuales, cientÃficos y nuestros investigadores. No podemos basarnos en la idea de que el Norte es la palanca que nos ayudará. No hay que pensar: “Tengo que ser bueno con Estados Unidos porque me va a ayudar, tengo que ser bueno con Europa porque me va a ayudar, tengo que ser bueno con China porque me va a ayudar”. No. Los primeros amigos de nosotros somos nosotros mismos. Entonces cuidémonos. No podemos hacer polÃtica del mismo modo en que usamos el celular. El celular es una desgracia.
–¿Una desgracia?
–SÃ. Por más útil que sea. Distancia al que está cerca tuyo y acerca al que está lejos. Invitás a alguien a comer a tu casa. Se sienta en tu mesa, come de tu comida y toma tu vino, pero mientras agarra el celular y habla con Nueva York. Y te quedás solo. La polÃtica es lo mismo. Hagamos más polÃtica cara a cara. Brasil y la Argentina, Brasil y Venezuela, Brasil y Uruguay, y puedo nombrar a todos los paÃses, ya hicimos todo lo que era posible para explotar nuestro potencial. En vez de filosofar, usemos a nuestros académicos para que piensen lo siguiente, en términos concretos y prácticos: ¿qué falta hacer entre nosotros? ¿Qué falta hacer en cada paÃs? Nosotros, en cada paÃs, ¿qué tenemos que hacer dentro nuestro para que después en forma bilateral podamos hacer algo entre los dos paÃses? A veces pensamos que nuestra solución está en la casa del vecino. No. Ahà no. La solución está en casa. Hay que explorar el tema. Sobre todo en momentos de crisis. Escuchamos que la economÃa norteamericana va a crecer apenas un 2,5 por ciento, que la europea crecerá 0,5 por ciento, que la economÃa china bajará su crecimiento no sé cuánto. Dicen, como si fuera una novedad, que el mundo está en crisis. OK, todo bien, pero el mundo está en crisis desde el 2008. Y el mundo está en crisis por una razón. El sistema financiero ya invirtió diez billones de dólares para resolver la crisis del propio sistema financiero y no logró resolver la crisis. Si hubiera invertido la mitad de ese monto para incentivar a los paÃses pobres del mundo tal vez hubiera tenido otra suerte y hubiese acabado con la crisis. En este momento en que todo está más difÃcil tenemos que pensar qué podemos hacer. Tenemos que examinar cuál es el potencial de nuestro mercado interno.
–¿El mercado interno nacional, el del Mercosur o el sudamericano?
–Hablo de todo. Solo con la sumatoria de 40 millones de argentinos y los más de 200 millones de brasileños llegamos a los 250 millones de habitantes. ¿Qué podemos hacer juntos? ¿Qué podemos flexibilizar? ¿Cuál es el potencial de ese enorme mercado interno conjunto? ¿Cómo ser pujantes otra vez? Ya una vez Brasil y la Argentina llegamos a tener 40 mil millones de dólares de flujo comercial. Es una buena cifra la de 40 mil millones. Entonces hay, como mÃnimo, un potencial ya experimentado para que volvamos a esa situación. Tenemos todas las condiciones para discutir el futuro. Por eso me gustarÃa que ningún paÃs retrocediera. Que en este caso la Argentina no retrocediera. Por eso quiero la victoria del candidato que vea la solución en la Unasur, en el Mercosur, en la integración. Es muy importante. Voy a contar el caso de un presidente latinoamericano. Una vez un presidente de Bolivia, Goni, fue a Brasilia a conversar conmigo.
–¿Gonzalo Sánchez de Losada?
–SÃ. Goni. Me dijo: “Me quiero acercar a Brasil porque durante toda la historia de Bolivia creÃmos que los Estados Unidos nos ayudarÃan”. Me dijo también: “En siglos y siglos nunca nos ayudaron, asà que ahora quiero mirar hacia Brasil a ver si tenemos más suerte”. Eso hay que hacer. Creer en nosotros mismos. Por supuesto que respeto el derecho del pueblo argentino a elegir a quien quiera como presidente. Y Brasil tendrá que convivir con quien gane las elecciones en la Argentina. Pero serÃa ext remadamente importante que gane quien tenga vocación integracionista y latinoamericanista y no quien piense que la solución está en el Norte y que el Norte será nuestro salvador.
–¿Qué falta? Hace dos años, durante una reunión en la embajada de Brasil en Buenos Aires, dijo que hacÃa falta una teorÃa de la integración.
–Sigue faltando. Pero no es lo único. Voy a contar una cosa. El 2 de abril del 2009 hicimos una reunión del G-20 en Londres. La primera cosa que se dijo allà fue que una de las formas de generar empleo y cuidar el salario era evitar el proteccionismo. Que hacÃa falta más comercio. Claro, ése fue el plano del discurso polÃtico. Pero inmediatamente después en la práctica cada jefe de Estado salió de ahà y comenzó a cerrar su economÃa. A mà me parece que el proteccionismo es un error. En los momentos de crisis debe haber más comercio, más crédito, más inversiones.
–¿A qué responden las inversiones?
–Las inversiones dependen de la credibilidad que la gente tenga en el gobierno.
–¿Cuál es su concepto de la credibilidad?
–La confianza. Y para lograr confianza hay que convencer a la gente. A todos. Para lograr confianza el Estado tiene que tener capacidad de inversión. Ahora, cuando los Estados se debilitan y tienen menor capacidad de inversión hay que apelar aún más a la sociedad. Hay que saber cuál es la capacidad de financiamiento que tiene la sociedad y qué nivel de crédito precisa. Cuando uno sabe eso se puede hacer que el pueblo vuelva a entrar en el escenario económico de cada paÃs. Si no, ¿qué pasará? No crecerá la economÃa. Si la economÃa no crece el Estado no recauda. Si el Estado no recauda el Estado no invierte. Si el Estado no invierte los empresarios no invierten, porque no tienen confianza. Si el Estado no recauda por culpa de ese ciclo el Estado tendrá que aumentar los impuestos. Si el Estado aumenta los impuestos se debilitará polÃticamente. Es decir: hay toda una ingenierÃa que no está en los libros de economÃa. Porque es polÃtica. P odés juntar a diez economistas y encerrarlos en una habitación. Les planteás que hay problemas y podés pronosticar lo que te dirán: cortá, cortá, cortá, cortá...
–El famoso recorte.
–Cuando era Presidente de la República me cansaba de decir que no era economista pero que adoraba a los economistas, porque cuando están fuera del gobierno saben todo. Yo aprendà economÃa con mi mamá, que era analfabeta. Cuando cobraba algo por un trabajo tomaba el dinero y lo ponÃa en sobres. Este de acá es para pagar el supermercado, éste para la cuenta de luz, éste para el agua, éste para viajar al trabajo... Si sobraba algo le daba un poco más a cada uno. ¿Cuál es la lección que yo aprendÃ? Que uno no puede gastar más que lo que percibe. Que uno no puede gastar más que lo recaudado. Que si querés endeudarte no podés hacerlo más allá del lÃmite de tus posibilidades de pago. Si no podés pagar una cuota del auto nuevo mucho menos vas a poder pagar dos. Si no podés pagar dos, mucho menos tres. Si te metés igual en las cuotas del auto cero kilómetro y no te alcanza después vas a tener que vender el auto a un precio bajo, por meno s de lo que vale, para pagar las cuotas atrasadas. Y no te va a convenir. Bien, lo que vale para un ciudadano vale para el gobierno. El gobierno siempre tiene que estar midiendo. Hacer polÃtica económica es como manejar las compuertas de una represa hidroeléctrica. Tenés que saber cuándo hay que dejar salir el agua y cuándo no. Hay que gastar lo que se puede gastar, con un lÃmite. Cuando adoptás una polÃtica de exención impositiva tenés que saber cuál será la consecuencia. Para el Estado nacional, para una provincia o para una intendencia, no importa. Es el mismo criterio para todo. Lo que importa es la capacidad de recaudación del Estado, porque eso es lo que marcará sus posibilidades de ser inductor en la economÃa. A mà me parece que el Estado no debe meterse en todo y ser empresario pero sà quiero que sea inductor y pueda convencer a la gente de que hay que hacer tales y tales cosas, con tales y tales prioridades, porque será bueno para todo el mundo. Asà se ll egará al punto en que la gente creerá. La gente no invierte cuando hay confusión polÃtica. Precisamos recuperar esa confianza en la capacidad de inducción del Estado.
–¿De qué manera?
–Del modo en que acabo de plantearlo y, a la vez, sin que por eso tampoco descuidemos la necesidad de generar en todos la convicción de que el Estado no va a derrochar, de que el Estado va a cuidar el bolsillo. También tenemos que tener el coraje de decir a los empleados públicos que el dinero no será solo para ellos sino para todos. Éste es un perÃodo en el que intentamos reconstruir lo que hicimos en 2003. La Argentina pasó por un ajuste. Brasil pasó por un ajuste. No fue pequeño. En Brasil fue del 4 por ciento. Mucha gente se fue del PT por eso. Pero hice lo que tenÃa que hacer: cambiar parte de mi gordura polÃtica por un ajuste para ganar credibilidad y poder llegar a los resultados que querÃa. Y conseguimos hacerlo. Este momento exige otra vez algo asÃ. En economÃa no existe la magia. Cuando tenés diez dólares en el bolsillo y le preguntás a 50 banqueros, cada uno te va a decir algo diferente. Pero siempre vas a poner el dinero en la insti tución a la que le tenés más confianza. La que para vos sea la más creÃble. Con la economÃa de un paÃs es lo mismo. Debés generar confianza para la inversión. Previsibilidad. Si no, no te van a seguir.
–¿El recorte ofrece confianza?
–No. Cuando recaudás menos de lo que producÃs, y gastás más de lo que recaudás, en el Estado o en la casa de un trabajador, está mal. El trabajador no puede viajar a Disney con la familia, comprar otro televisor o una computadora nueva para la hija si no alcanza el dinero. Tiene que tener el coraje de decir que no. Lo mismo con el Estado. Cuando percibe que gastará más de lo que recauda debe parar y hacer el ajuste para evitar que los gastos terminen superando la capacidad recaudatoria. Si, en cambio, el modelo es el ajuste del 2008, nos vamos a dar cuenta de que en todos los paÃses que hicieron un ajuste –en todos, sin excepción– crecieron la deuda pública y la deuda lÃquida. Grecia es el mayor ejemplo. Hizo el ajuste y la deuda pasó a 186 por ciento del Producto Bruto Interno. Lo mismo los Estados Unidos, que pasaron de 84 a 106 por ciento. Y uno verá el mismo resultado si toma Italia, Francia, Portugal o cualquier otro paÃs. Los aj ustes empeoraron las cuentas públicas. El recorte no es la solución sino la señal de que uno es responsable. Es como decir: “No voy a gastar más de lo que tenga y entonces te puedo pedir confianza, paciencia y sacrificio porque vos vas a ver que soy serio”. El ajuste es temporal, para dar un salto de calidad el año siguiente. Es una necesidad. Una responsabilidad. El dinero del Estado no es tuyo.
–¿Cómo juega la crisis internacional?
–Es un elemento grave. Antes el petróleo estaba a 106 dólares el barril, la soja valÃa oro y el mineral de hierro estaba a 140 dólares la tonelada. Entonces bajó la entrada de recursos. ¿Qué hace uno cuando los recursos disminuyen? ¿Llora? No, se adapta a las nuevas realidades. Y debe pensar en esa adaptación teniendo en cuenta que las vÃctimas no sean justo los pobres.
–¿El impeachment está descartado en el escenario de la polÃtica brasileña?
–No hay ninguna razón, no hay ningún motivo para un juicio polÃtico a Dilma. Todo el mundo conoce el carácter de la presidenta. No se puede pensar en un impeachment solo porque hay problemas económicos. Al mismo tiempo hay denuncias de corrupción pero eso debe apartado del ámbito de la gobernanza del paÃs.
–¿Apartado en qué sentido?
–En el sentido de que toda denuncia pueda seguir siendo investigada como corresponde, por fiscales y jueces. Mientras tanto, la obligación de Dilma es gobernar, porque fue electa para cuidar los intereses de 204 millones de brasileños. Entonces, debe concentrarse en eso y entretanto que otros asuntos sean discutidos por otras personas. No es difÃcil encontrar una salida. Sé que hoy tenemos cierta inseguridad en la base de sustentación polÃtica del gobierno por divergencias entre la cámara de diputados y el gobierno, entre los partidos polÃticos... Pero si recuperamos la armonÃa polÃtica también podremos resolver los problemas económicos. Hace mucho que discuto de economÃa. Y siempre miro la polÃtica. ¿Qué pasó en la Argentina? ¿Acaso muchas veces ustedes no vivieron tensiones? Recuerdo la tensión de hace unos años.
–¿La del 2008?
–SÃ, por ejemplo ésa. Me acuerdo de que ante cada crisis uno escuchaba: “Cristina se cae”. O: “Cristina no saldrá indemne de esta crisis”. ¿Y qué pasaba? Que resurgÃa más y más fuerte, como el ave fénix. En Brasil vivimos lo que yo llamo “irracionalidad emocional”. Tal vez los sociólogos se reúnan a discutir si yo estoy diciendo una estupidez o no. Pero creo en esto que digo. Brasil sigue siendo un paÃs extraordinario, con un potencial fabuloso. Brasil tiene 300 mil millones de dólares de reservas. Nunca tuvimos esa cifra. Solo tenemos un desajuste en la economÃa, pero para una economÃa del tamaño de la brasileña el desajuste no es grave. Es como una fiebre de 39 grados. ¿Alguien se muere por 39 grados? Toma un remedio y listo. El remedio que corresponda, claro. (...)".
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