Mucho misterio alrededor de la muerte de Sebastián Rivero, el oficial de la Policía Federal de 25 años que custodiaba eventualmente a la Procuradora General, Alejandra Gils Carbó. Rivero apareció muerto en su casa de la localidad bonaerense de Sarandí con un disparo en la cabeza. La autopsia busca por estas horas dilucidar qué ocurrió, si se trató de un suicidio o de un homicidio.
Mientras se esperan los resultados de las pericias, un allegado íntimo a River le confesó al diario Clarín que el joven oficial "había estado con mucho estrés por trabajar con Gils Carbó y comenzó a tener ataques de pánico". Según trascendidos, ese estado lo habrá llevado a una depresión que en algunos casos lo llevó a pensar en quitarse la vida.
Por su parte, la familia de Rivero no cree en el suicidio y argumenta: "Era una persona que cambió mucho su personalidad desde hace un año. Decía que se tenía que cuidar".
"Era muy buena persona, cuando llegaba o salía con la mota saludaba. Estaba siempre muy bien acompañado. Ayer vinieron muchos de sus amigos", relató una vecina de Rivero.
"Decían que estaba en un poso depresivo. Yo veía muchos familiares y personas que no lo dejaban solo", añadió la vecina ante varios medios de TV.
La señora, que no se identificó, contó que Rivero fue hallado muerto por sus conocidos, quienes irrumpieron en su casa porque no atendía el teléfono.
Rivero había custodiado también a los ex jefes de Gabinete Jorge Capitanich y Juan Manuel Abal Medina.