No debió el guagüero desmontar ni montar pasajeros ahí. No debió la pasajera cruzar la calle ahí y mucho menos sin mirar para los lados. No debió el chofer del carrito andar a esa velocidad y jamás darse a la fuga. NADA de lo ocurrido DEBIÓ suceder y SIN EMBARGO OCURRIÓ. Tres imprudencias sucesivas provocaron un fatal accidente. Lo grave es que los TRES SABÍAN que ESTABAN COMETIENDO una FALTA. Y NO les IMPORTÓ. Porque, dicha la verdad, a ninguno le importa el OTRO. Henchido de LO MÍO y de aquella brutal enseñanza de que la vida es un round robin, todos contra todos y no compartir en fraternidad, cada uno se dice convencido: no debo, pero PUEDO. Y siempre se podrá, claro y por supuesto, PERO...al precio de MORIR, quedar DISCAPACITADO por el resto de la vida o QUEBRAR a la familia con gastos médicos. #EducaciónSeguridadVialRD |