Muchos argentinos se dicen decepcionados porque Francisco no ha visitado todavía el país donde nació. Otros se dicen enojados o porque como pontífice católico menguó sus críticas hacia el kirchnerismo o porque en ese rol mantuvo cierta utilitaria comunión (para ambos) con Cristina Fernández de Kirchner cuando con Mauricio Macri mantiene apenas un vínculo protocolar. Sin embargo, también es cierto que Jorge Omar Bergoglio se encuentra hoy día en un tablero más complejo, global con intereses permanentes, a veces incomprensible en la coyuntural Argentina. Pero el Papa corre el peligro de padecer el problema de los populismos: explican bien los objetivos aunque tienen problemas en cómo concretarlo y cubren los baches apelando al voluntarismo. En el siguiente caso, que expone el semanario The Economist, el Papa reclama abrir las puertas de Europa a los inmigrantes pero si no se genera empleo suficiente ¿no resulta equivocado? Por lo tanto, la cuestión de c ómo crear empleo suficiente debería ser parte de la agenda papal, para darle substancia al objetivo.
Cuando estaba en viaje al África, el avión en que iba el papa Francisco experimentó turbulencias y le dijeron que era posible que no pudieran aterrizar. "¿Hay paracaídas a bordo?", preguntó Francisco. "Porque si es necesario, saltaré." Esta anécdota muestra, según Mike Perlis –el CEO de la revista Forbes-, la más importante característica de Francisco: lidera con el ejemplo. Él se presenta como uno más, que viene sencillamente a llevar a cabo su misión y está dispuesto a dejar su vida en ello.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Hace dos años que Jorge Mario Bergoglio fue elegido para hacerse cargo de la Iglesia Católica Apostólica Romana, y desde entonces él ha venido mostrando todas las características de un gran líder: sabe escuchar y leer el tiempo que le toca vivir, predica con el ejemplo y abraza el cambio.
En verdad, los problemas y obstáculos que enfrenta, como líder de la religión más popular del mundo –aunque en declinación en Europa pero en espectacular crecimiento en el África sub-sahariana-, en medio de un mundo convulsionado por los conflictos, son muchos y requieren de un liderazgo potente.
En concreto, el papa Francisco debe volver a seducir a Occidente al mismo tiempo que debe atender a la creciente población cristiana africana. Es que el centro gravitacional del cristianismo se está trasladando hacia la cuna de la humanidad, explica The Economist.
De 1910, cuando el 9% de África era cristiana, en 2015 el 55% de la población de ese continente forma parte del cristianismo. Los investigadores pronostican que el crecimiento allí seguirá siendo descomunal durante los próximos 40 años, mientras que en Europa seguirá disminuyendo la cantidad de cristianos.
Diversos estudios citados por el semanario británico muestran que, cuánto más rico es un país y más equitativo es el ingreso (algo por lo que aboga Francisco), más rápido se desenvuelve el proceso de secularización de la sociedad. Quizás por esas cifras, que plantean una realidad innegable, Francisco se ha embarcado en la lucha por cambiar la cara, no solo de la Iglesia, sino de Europa toda ante el resto del mundo.
Acercar culturas y redimir a Europa, son dos objetivos clave del Vaticano hoy. Así describe The Economist a Francisco: "Ve al mundo desde la perspectiva del sur global. Un producto de la Argentina peronista, empatiza fácilmente con la gente de los países en desarrollo que miran al norte capitalista, incluyendo a la próspera Europa, como una zona de explotadores, prestadores de dinero y contaminadores, inclinados a volverse ricos a las expensas de los del sur."
Una de sus principales batallas en esa dirección que ha emprendido Francisco, es la que tiene como protagonistas a los innmigrantes y refugiados, a quienes según él, Europa debe recibir con los brazos abiertos para redimirse por errores del pasado.
Sin embargo, el semanario británico, con mucho pragmatismo y sentido de la realidad, cuestiona: Europa necesita más que humildad o abnegación si es que va a absorber a los migrantes que arriban a sus orillas. Resumirlo a esos buenos deseos es puro voluntarismo. "Necesita economías fuertes, creadoras de empleo", diagnostica The Economist, y sugiere que Francisco no debería dejar ese punto clave afuera de su discurso cuando le entreguen el premio europeo Carlomagno en 2016 (ya se reveló que le será otorgado a él por su trabajo como "unificador de Europa").
No deja de sorprender la paradoja que se plantea con ese premio, dicho sea de paso: en la Biblia, texto que en teoría es para los cristianos mucho más importante que la tradición -aunque en el catolicismo apostólico romano, la tradición tiene un peso casi teológico- resulta fundamental -aunque el culto judío no lo considere así- el libro de Daniel, en el Antiguo Testamento.
En Daniel 2 se reproduce el sueño del rey caldeo Nabucodonosor, que Daniel le revela e interpreta. En verdad, era una profecía sobre los imperios que vendrían hasta el final del mundo. Una de las características aparece en los pies de la estatua que es el centro del relato: es de arcilla y hierro, elementos cuya mezcla no provoca unidad, es como el agua y el aceite. Precisamente el mensaje consiste, según los estudiosos de esas cuestiones, en que luego del Imperio Romano no habría otro ciclo histórico similar, de dominio mundial.
En Europa lo intentaron, y fracasaron, desde Carlomagno a Carlos V, pasando por Adolfo Hitler. De todos modos, en Europa muchos anhelan la unidad, que se encuentra restringida: ni siquiera hay una moneda en común, y la cultura sigue siendo un fenómeno local. La paradoja consiste en que al Papa cristiano, que conoce Daniel 2, le otorgan el título de "unificador de Europa". Y él lo acepta.
"El Papa no europeo" es aclamado como "el más grande europeo"
Volviendo al tema de esta nota, el Papa ha venido concentrando todos sus esfuerzos en dos objetivos: revivir a las comunidades católicas del mundo alejadas de la Iglesia y generar entendimiento entre culturas.
The Economist lo describe como “el Papa no europeo” que es “aclamado como el más grande europeo”, porque Francisco será el 2do. pontífice en la historia en recibir el premio Carlomagno, un honor que se entrega anualmente en la ciudad alemana de Aquisgrán. Se le concede al “unificador de Europa” y, en este caso, curiosamente, le toca al primer Papa no europeo en 1.300 años. Otra paradoja.
Pero, ¿qué es el premio, por qué se llama “Carlomagno” y por qué se entrega en la ciudad alemana de Aquisgrán?
Primero, esta ciudad se considera a sí misma la cuna de la Europa moderna como entidad política y cultural. Era la ciudad de donde salió Carlos I, “el Grande”, también conocido como Carlomagno, quien para su muerte, en el año 814, había forjado un imperio poderoso en el corazón del continente europeo.
Carlomagno dio vida al espíritu europeo mediante la fusión del cristianismo con una dosis de cultura romana, explica el semanario británico The Economist, aunque las Iglesias orientales lo culpan por haber engendrado la división Oriente y Occidente que perdura hasta hoy. El resto lo considera el gran unificador europeo.
Quienes eligieron a Francisco para el Carlomagno, explica el semanario británico, lo hicieron porque el pontífice insufló aire en los pulmones de un continente que lo necesitaba desesperadamente. Le ha dado vida a su reconstrucción y representa la esperanza de que puede volver a erigirse sobre sus cimientos.
Para Francisco, Europa debe estar basada en ideales, no en cálculos económicos: sobre todo en el ideal de la santidad de la vida humana. Por ejemplo, cita The Economist, el obispo de Roma le recordó al Parlamento Europeo hace 1 año que “en el corazón del proyecto (europeo) estaba la confianza en el hombre, no tanto como ciudadano o agente económico sino en los hombres y las mujeres como personas dotadas de dignidad trascendental.”
La cita deja entrever la posición del Papa respecto de los migrantes entrando en Europa. Francisco cree que Europa sólo puede cumplir su vocación –y redimirse por errores y horrores pasados- siendo muy generosa con los no-europeos. Pero, por supuesto –advierte el semanario británico-, Europa necesita algo más que humildad o abnegación para absorber los millones de inmigrantes que se dirigen hacia allí, de lo contrario, esa "generosidad" solo traerá caos, confusión y más conflicto. “Necesita economías fuertes, creadoras de empleo. Ese podría ser un buen tema para el discurso de aceptación (del premio) del Papa en un par de meses”, sugiere The Economist.
Los mayores desafíos que enfrenta la Iglesia Católica
Desde que el emperador del Imperio Romano de Oriente, Constantino, descubrió la ventaja de vincularse a la nueva religión en expansión (aunque él sólo fue bautizado en su lecho de muerte), Roma y por extensión Europa, ha sido el centro del cristianismo. Dos milenios después, el cristianismo es la creencia religiosa más popular del mundo –inclusive quienes se identifican como cristianos son 30% más que los musulmanes, según diversos estudios presentados en The Economist, como el European Social Survey y el World Christian Database-. Y el catolicismo es una porción importante entre los cristianos.
Europa sigue siendo el continente con la mayor población cristiana. Sin embargo, solo el 10% de los adultos en Francia y Suecia van a la Iglesia una vez al mes o más. En Irlanda, la asistencia regular cayó de 90% en 1990 a 60% en 2009. Las congregaciones se achican y algunas iglesias en Gran Bretaña (tanto anglicanas como católicas) tuvieron que cerrar por falta de convocatoria.
Que descienda la proporción de cristianos en Europa no es consecuencia tanto de la inmigración de personas de otros credos -a lo que muchos se lo atribuyen- sino por el avance del secularismo y una tendencia entre los jóvenes a preferir la “espiritualidad” individual antes que la religión organizada, explica The Economist. Estas cifras contrastan con las del África sub-sahariana.
Según el Centro de Estudios del Cristianismo Global del Seminario Teológico Gordon-Conwell, los cristianos en África ya representan el 55%, y el Centro de Investigación Pew pronostica que la población cristiana en África sub-sahariana continuará incrementándose dramáticamente durante los próximos 40 años, mientras que la cantidad de cristianos en Europa continuará disminuyendo.
En África, el catolicismo está librando una batalla muy probablemente exitosa contra el Islam, que también intenta expandirse en ese continente.
Otro estudio del World Values Survey muestra que en Ghana, Nigeria, Ruanda, Sudáfrica y Zimbabue, el 90% de la gente que se dice cristiana además va a la Iglesia regularmente. Hay que remarcar que el África sub-sahariana es la región que más crece a nivel poblacional en el mundo.
El mapa futuro de la Iglesia, incierto
Otros hallazgos presentados por The Economist muestran que cuanto más rico es un país, menos frecuentemente sus ciudadanos van a la Iglesia (siendo USA la gran excepción a la regla, aunque la hipocresía que se identifica a gran parte de esa práctica religiosa provoca la comparación con los tiempos de Jesús de Nazareth).
La devoción religiosa parece estar fuertemente asociada a la concentración de la riqueza. Si los demás factores se mantienen constantes, las posibilidades de que una persona vaya a la Iglesia son 15% más altas en los 29 países más desiguales que en la mayoría de ellos en los que hay mayor igualdad.
Es probable que la gente ubicada en los escalones más bajos de la escala social asistan más que quienes están arriba. “Dada lo improbable que la situación geográfica del cristianismo de hoy hubiese parecido hace 50 o 100 años atrás, nadie puede predecir el mapa futuro de la Iglesia Católica con certeza. Si el desarrollo económico y una distribución más equitativa del ingreso bajan la asistencia a la Iglesia, entonces lo que es bueno para los pobres del mundo podría ser malo para el cristianismo”, explica el semanario británico.
Dar el ejemplo y abrazar el cambio
Cuando estaba en viaje al África, el avión en que iba el papa Francisco experimentó turbulencias y le dijeron que era posible que no pudieran aterrizar. “¿Hay paracaídas a bordo?”, preguntó Francisco. “Porque si es necesario, saltaré.” Esta anécdota muestra, según Mike Perlis –el CEO de la revista Forbes-, la más importante característica de Francisco: lidera con el ejemplo. Él se presenta como uno más, que viene sencillamente a llevar a cabo su misión y está dispuesto a dejar su vida en ello.
El otro gran pilar del liderazgo de Francisco es su vocación por abrazar el cambio, en lugar de luchar contra él. En el Vaticano trabajan expertos en contenidos digitales que exploran nuevas formas de darle mayor llegada al mensaje de Francisco. "El Papa quiere encontrar formas nuevas de hacer las cosas. No quiere resignarse a no hacer algo simplemente porque no se haya hecho nunca antes. Ese es el espíritu de todos los que trabajan con él. Sin importar los problemas y obstáculos que se presenten –y la Iglesia enfrenta muchos- el Papa, en lugar de estar paralizado", explica Perlis.
Su gestión se exhibe clara, honesta y abierta, y busca encontrar soluciones en lugar de quedar inmovilizado por los obstáculos y la historia. Eso lo convierte en un ejemplo como líder. Pero Francisco debe atenerse a lo que es posible y lo que no, lo que Europa puede dar y lo que no, teniendo en cuenta la acuciante crisis económica y de desempleo que azota al continente.
Una acogida de refugiados desmesurada, sin cálculos previos sobre cómo se los insertará en la sociedad, sin la capacidad de darles empleo, dejará a más inmigrantes en la pobreza y la marginalidad. Eso llevará al aumento del crimen y como reacción, podría derivar en que se agudice el sentimiento anti-extranjero que ya está siendo capitalizado por algunos sectores de la ultra-derecha, en varios países europeos.
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