¿División? ¿Cuál división?

Nos quieren hacer creer que los dominicanos estamos divididos respecto del tema haitiano... No hay ninguna división, ni entre los dominicanos que viven aquí ni entre los que viven fuera.
Muy pocas veces en nuestra historia contemporánea habíamos marchado tan unidos en el propósito común de librar nuestro país de una vil y vulgar acechanza como la actual.
Las mediciones dicen que una proporción que excede el 80 por ciento de la población se manifiesta a favor de la sentencia del Tribunal Constitucional que busca regularizar la situación de los extranjeros que viven ilegalmente en nuestro territorio.
Que son, en su enorme mayoría, ciudadanos haitianos que han cruzado para este lado de la isla y se han establecido aquí sin ningún control y sin ninguna regulación, como si fuéramos una sociedad realenga, sin ley, sin control de nada.
Todos los países del mundo –incluyendo las sociedades tribales–, controlan su inmigración por ser ese un derecho soberano innegociable que no se le puede discutir y mucho menos negar a ninguna nación organizada.
España, Chile, Perú...
España tiene jurisprudencia sobre el caso de una pareja de dominicanos indocumentados que tuvo un hijo nacido en un hospital de Madrid.
Reclamaron para él –y por vía de consecuencia para ellos también–, la nacionalidad española.
Las autoridades migratorias le negaron la nacionalidad al niño por el ius solis o derecho de suelo.
Los padres acudieron a los tribunales, y las cortes españolas en todas las instancias ratificaron la decisión administrativa de negarles la nacionalidad.
Posteriormente los padres se hicieron residentes, solicitaron la nacionalización y hoy son españoles con todas las prerrogativas de la ley.
Es la referencia que consigna la sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional en su página 79, sin citar detalles específicos. Exactamente nuestro caso con los indocumentados.
...Viví la experiencia
Fui embajador por más de tres años en Chile, “el príncipe del Cono Sur”, y viví de cerca su enorme problema migratorio con los bolivianos que cruzan la frontera ilegalmente huyéndole a la miseria.
Bolivia y Chile, que hace años rompieron relaciones diplomáticas y apenas se reciprocan oficinas de intereses comerciales, nunca se han gustado y se miran permanentemente “con el rabo del ojo”.
Ya puede cualquiera imaginarse cómo ven los chilenos a los bolivianos inmigrantes, para quienes reservan las tareas laborales del más bajo nivel y de menor remuneración.
Chile no negocia con nadie ni permite injerencias extrañas sobre el derecho soberano que le asiste en el trato a esa inmigración. Y a decir verdad, es un trato poco igualitario.
En la embajada de la capital chilena tenía a un empleado peruano que se ocupaba de la jardinería...
Una mañana fue llevado a un hospital retorciéndose de un dolor abdominal... Fui a verlo al día siguiente y aquello me partió el alma. No le habían dado ni siquiera una aspirina.
Era tal el nivel de desatención que me irrité bastante, discutí con el director del hospital, llamé al canciller Morales y finalmente saqué de allí al empleado y lo llevé en mi carro a una clínica privada.
Fue intervenido de emergencia con la apéndice reventada... “Unas horas más y no llega vivo”, me dijo el médico de la emergencia.
Pasó varios días muy grave y se salvó de casualidad. La operación me costó 12 mil dólares que pagué de mis bolsillos.
En nuestros hospitales pare una haitiana por cada cinco dominicanas... Y a las seis se les da el mismo trato... Malo o bueno, pero el mismo.
Lic. ANASTACIO ALEGRIA

Es un honor y un privilegio estar aquí hoy para presentarles nuestro bufete de abogados. En un mundo donde la justicia y la legalidad son pilares fundamentales de nuestra sociedad, es vital contar con expertos comprometidos y dedicados a defender los derechos

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