La corrupción de la Fifa no es el Ćŗnico escĆ”ndalo en el mundo del fĆŗtbol. El diario inglĆ©s The Guardian acaba de publicar que en la construcción de los estadios de fĆŗtbol para el Mundial de 2022 en Qatar han muerto 1.200 trabajadores. El promedio es de 1 muerto cada 2 dĆas. Con estos datos, el International Trade Union Confederation estimó que cuando se inicie el Mundial habrĆ”n muerto unas 4.000 personas. Las cifras son casi increĆbles comparadas con las del Mundial de SudĆ”frica en 2010 donde murieron 2 trabajadores y las de Brasil en 2014 donde murieron 10. Por lo que parece, no cesa la presión para impedir el Mundial en Qatar. ¿SerĆ” la pieza de Joseph Blatter para negociar lo que viene? Mientras tanto, una buena compilación de la revista Semana, de BogotĆ”, Colombia:
"(...) Como por arte de magia, en 2013, Traffic, Full Play y una empresa mĆ”s llamada Torneos y Competencias (TyC) pasaron a unirse para conformar la firma Datisa. Esta surgió en una reunión el 21 de mayo de 2013, y solo cuatro dĆas despuĆ©s, en Londres, los dirigentes de la Conmebol y los socios de la reciĆ©n nacida empresa pusieron sus firmas en un contrato que les daba el control sobre los derechos de transmisión y comercialización no solo de las tres copas en cuestión, sino tambiĆ©n de una nueva edición especial: la Copa AmĆ©rica Centenario, para celebrar los 100 aƱos del evento en Estados Unidos en 2016. (...)"
Jack Warner y Chuck Blazer: dos hombres, un destino. Ambos hasta hace poco miembros del comité ejecutivo de la FIFA. Ambos fabulosamente ricos. Ambos imputados por corrupción. Jack y Chuck, TAL Y como los conoce el re-re-reelecto presidente de la FIFA, Joseph Blatter, se hicieron dueños durante 21 años de la CONCACAF, la rama regional de la FIFA que comprende el Caribe, Centroamérica y Norteamérica. Entre 1990 y 2011 Jack, de Trinidad y Tobago, fue presidente de la CONCACAF: Chuck, de Nueva York, su secretario general y hombre de confianza. Hoy la justicia de USA persigue a Jack para que responda a acusaciones de soborno y lavado de dinero. Chuck, que ya ha admitido su culpabilidad, es hoy soplón del FBI. La revista Semana, de BogotÔ, realizó una crónica de los acontecimientos:
VivĆa al borde. PoseĆa aviones, refugios de lujo en islas secretas y cuentas millonarias en paraĆsos fiscales. Trabajaba en un piso entero de la Torre Trump de Nueva York, y ahĆ mismo, unos niveles mĆ”s arriba, mantenĆa un apartamento solo para sus gatos. Gastaba 4 millones de dólares al aƱo con su tarjeta de crĆ©dito, y cuando querĆa salir a comer o beber lo hacĆa a bordo de una lujosa Hummer. Chuck Blazer, secretario general de la Confederación de FĆŗtbol de AmĆ©rica del Norte, AmĆ©rica Central y el Caribe (Concacaf), era un hombre sin lĆmites.
Pero una noche de noviembre de 2011, mientras conducĆa una moto por la Quinta Avenida, su vida de repente cambió. Un agente del FBI y otro del Servicio Interno de Impuestos (IRS) lo hicieron orillarse, se identificaron y le dijeron: “Podemos ponerle ya mismo unas esposas. O puede cooperar con nosotros”. En ese instante Blazer, uno de los hombres mĆ”s poderosos del fĆŗtbol, perseguido por evadir impuestos, recibir sobornos y lavar activos, decidió convertirse en un informante.
El pasado miércoles, tres años y medio después de la escena en la Gran Manzana, el mundo conoció el resultado de las pesquisas desatadas por Blazer. Apenas los relojes de Zúrich, Suiza, dieron las seis de la mañana, una docena de fiscales sin uniforme entró a la recepción del Baur au Lac, un hotel de cinco estrellas en el centro de la ciudad con vista a los Alpes. Los agentes pidieron los números de habitación de siete funcionarios de la Fifa, los sacaron de sus camas y los llevaron presos.
Horas despuĆ©s, la fiscal general de Estados Unidos, Loretta E. Lynch, apareció rodeada de la plana mayor de la Justicia de su paĆs: el fiscal del Distrito de Nueva York, Kelly Currie; el director del FBI, James Comey, y el jefe de investigaciones del IRS, Richard Weber. En una hora, los cuatro presentaron una investigación que revela cómo un grupo de empresarios y de dirigentes de la Fifa usó los mĆ©todos de una mafia para manipular contratos, corromper durante 24 aƱos el fĆŗtbol y extraer ilegalmente mĆ”s de 150 millones de dólares. “Se trata de un mundial del fraude”, dijo Currie. Y Comey aƱadió: “Hoy le estamos sacando una roja directa a la Fifa”.
Lynch explicó luego las claves de la acusación. Los siete detenidos de ZĆŗrich hacen parte de una lista de 14 personas, entre funcionarios de la Fifa y ejecutivos de empresas de marketing deportivo (la mayorĆa latinoamericanos), acusados de pagar millones de dólares en sobornos con el fin de obtener los derechos de transmisión y promoción de torneos internacionales. Dijo tambiĆ©n que pedirĆa en extradición a los detenidos, que allanarĆa las oficinas de la Concacaf en Miami –hecho que ya ocurrió– y que tambiĆ©n investiga los mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022. Al final anunció, con tono desafiante, que el trabajo continuarĆ”.
Desde entonces, el fĆŗtbol estĆ” estremecido: tanto sus directivos, patrocinadores y protagonistas, como sus miles de millones de seguidores en los cinco continentes de la Tierra. Las reacciones de exfutbolistas, empresarios y polĆticos no se hicieron esperar. Y el nombre en boca de todos ha sido el del presidente de la Fifa, Joseph Blatter, quien salió en un primer momento a la defensiva, pero con el paso de los dĆas empezó a revelar su nerviosismo e inseguridad. AsĆ y todo, y aunque suene increĆble, el viernes fue reelegido presidente de la entidad para que maneje sus destinos durante cuatro aƱos mĆ”s.
Los seƱalamientos contra Blatter son apenas lógicos. Desde su fundación en 1904, la Fifa no habĆa vivido un escĆ”ndalo semejante. Aunque la Justicia gringa aĆŗn no ha dicho si Ć©l estĆ” o no involucrado en la red criminal, la mafia que envenenó al fĆŗtbol se ha fortalecido durante los 17 aƱos que lleva al frente de la organización. Durante ese tiempo, la otrora prestigiosa institución impulsora del balompiĆ© global se convirtió en una banda de estafadores y criminales.
Resulta increĆble que unos dirigentes, dueƱos de uno de los activos mĆ”s rentables y populares del mundo como el fĆŗtbol y gobernantes de un conglomerado de naciones mĆ”s grande que la ONU, se dejaran carcomer de esa manera por la codicia y la sed de poder. Durante la era Blatter, la idea de que la Fifa no necesita controles y que puede resolver sus problemas por sĆ misma ha terminado siendo su apocalipsis. La dirigencia, representada en el poderoso comitĆ© ejecutivo, no ha sido capaz de renovarse y aplicar normas de Ć©tica. AsĆ, terminó ahora en la mira de la temida y eficaz justicia de Estados Unidos.
El caso, como lo insinuó la fiscal Lynch y como lo dijo melancólico el propio Blatter durante un discurso, promete “nuevas malas noticias”. Y si se llega a mĆ”s capturas y se aborda con el mismo Ćmpetu otros temas espinosos como la elección de sedes para el Mundial, podrĆa terminar de configurar la tormenta perfecta para el negocio del fĆŗtbol. La investigación ha causado un temblor solo equiparable al escĆ”ndalo que acabó con la carrera del ciclista estadounidense Lance Armstrong y sacudió ese deporte, o a la caĆda del legendario presidente del ComitĆ© OlĆmpico Internacional Juan Antonio Samaranch, despuĆ©s de conocerse que escogĆa las sedes a cambio de sobornos.
Pero esta crisis es tambiĆ©n una oportunidad para reformar un modelo de negocio que entre 2010 y 2014 le generó ingresos a la Fifa por 5.718 millones de dólares, de los cuales 70 por ciento entraron solo por los derechos de transmisión y comercialización del Mundial de Brasil de 2014. Ese dinero deberĆa servir no para enriquecer a algunos y quebrar la ley, sino realmente para cumplir con los principios fundacionales de la entidad: “Desarrollar y promover el juego del fĆŗtbol a nivel global”.
Vergüenza Latina
El fútbol del continente americano, agrupado en la Concacaf y la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol), resultó ser el nido de mayor corrupción en el interior de la Fifa. La investigación hace graves acusaciones a dirigentes del calibre del paraguayo NicolÔs Leoz, exmiembro del comité ejecutivo; del uruguayo Eugenio Figueredo, exsecretario general de la Conmebol; del venezolano Rafael Esquivel, presidente de la Federación Venezolana de Fútbol; y de los menos conocidos, pero quizÔ mÔs poderosos Jack Warner, oriundo de Trinidad y Tobago y exvicepresidente de la Fifa, y Jeffrey Webb, de las Islas CaimÔn, actual vicepresidente.
Todos ellos y los demĆ”s investigados tendrĆ”n que enfrentar cargos. Entre otros, concierto para delinquir, fraude, lavado de activos y obstrucción de la Justicia. PodrĆan purgar penas de hasta 20 aƱos en una cĆ”rcel federal. Todo gracias a la cooperación de Chuck Blazer, que durante aƱos habĆa sido una de las fichas clave de Blatter en el continente y que, despuĆ©s de aceptar la oferta del FBI en Nueva York, espió a sus colegas con ayuda de un micrófono oculto en un llavero.
SegĆŗn la acusación de 164 pĆ”ginas publicada por el Departamento de Justicia, los 14 acusados y un grupo de 25 cooperantes desarrollaron un sistema de corrupción que se volvió “endĆ©mico” y que les sirvió para decidir a quiĆ©n venderle derechos de transmisión y comercialización de las competencias durante casi medio siglo. No hay un torneo que se haya salvado de su influencia: todas las Copas AmĆ©rica desde 1991; las Copas Libertadores desde 1996; las Copas de Oro y los campeonatos suramericanos de categorĆas menores.
Uno de los esquemas mejor investigados por el FBI es el que involucra a la Copa AmĆ©rica. En 1991, la empresa brasileƱa Traffic obtuvo los derechos para manejar la transmisión en televisión y radio y la comercialización de esa competencia. Para ello, el entonces presidente de la Conmebol NicolĆ”s Leoz habrĆa exigido un jugoso soborno. La idea era establecer una colaboración por varias ediciones de la copa y renovar cada vez las condiciones de las coimas. Traffic accedió y, asĆ, obtuvo los contratos hasta 2010. Esto es interesante para Colombia (ver recuadro), pues, segĆŗn la acusación, Traffic tambiĆ©n recibió la Copa AmĆ©rica de 2001, organizada por la Federación Colombiana de FĆŗtbol, por medio de dineros calientes.
Pero la relación Traffic-Conmebol vivió un giro en 2010. Ese aƱo Leoz, presionado por el deseo de algunas federaciones de recibir mayores ingresos, decidió contratar a otra empresa para la prestación de esos servicios. Se trata de la argentina Full Play, que se mostró dispuesta a desembolsar una cifra mĆ”s tentadora que la de Traffic. AsĆ, Full Play y la Conmebol firmaron un contrato que les daba a los argentinos los derechos de transmisión y comercialización de las Copas AmĆ©rica de 2015, 2019 y 2023. Traffic se sintió traicionado, reaccionó con ira y demandó a la Conmebol ante la justicia norteamericana.
La pelea, sin embargo, terminó pronto. Y todas las partes salieron felices. Como por arte de magia, en 2013, Traffic, Full Play y una empresa mĆ”s llamada Torneos y Competencias (TyC) pasaron a unirse para conformar la firma Datisa. Esta surgió en una reunión el 21 de mayo de 2013, y solo cuatro dĆas despuĆ©s, en Londres, los dirigentes de la Conmebol y los socios de la reciĆ©n nacida empresa pusieron sus firmas en un contrato que les daba el control sobre los derechos de transmisión y comercialización no solo de las tres copas en cuestión, sino tambiĆ©n de una nueva edición especial: la Copa AmĆ©rica Centenario, para celebrar los 100 aƱos del evento en Estados Unidos en 2016.
La repentina paz entre las compaƱĆas, segĆŗn el FBI, tiene una explicación: la Conmebol propuso acabar el pleito dejando participar a todas a travĆ©s de la nueva empresa y exigió por ello un paquete de 100 millones de dólares en sobornos. El negocio se cerró en una reunión el 1 de mayo tras una conferencia de prensa en el sur de la Florida. Acordaron pagar los 100 millones en cinco tandas: dos inmediatamente y las tres restantes a lo largo de los aƱos. Por cada pago, el hoy fallecido jefe mĆ”ximo del fĆŗtbol argentino Julio Grondona, Leoz y Figueredo debĆan recibir 3 millones de dólares cada uno, y los restantes siete presidentes de las federaciones suramericanas 1,5 millones cada uno. A esto se sumó un pago adicional de 10 millones de dólares para la dirigencia de la Concacaf. Se trataba de un robo multimillonario, y todos parecĆan saberlo. SegĆŗn la acusación, al final de la reunión Alejandro Burzaco, el accionista mayoritario de TyC, dijo: “Todos podemos salir afectados por este asunto (…). Todos podemos ir a la cĆ”rcel”.
El maletĆn del sudafricano
Otro caso escandaloso reseƱado en la investigación de Estados Unidos tiene que ver con Jack Warner, no solo el segundo hombre de Blatter en el poder de la Fifa durante aƱos, sino tambiĆ©n presidente de la Concacaf hasta ser suspendido en 2011. Los gringos estĆ”n convencidos de que Warner aprovechó una relación que su familia tenĆa con funcionarios sudafricanos para organizar partidos amistosos y votar por la candidatura de SudĆ”frica por la organización del Mundial de 2010. Las pesquisas contienen detalles impresionantes, pues el FBI logró reconstruir cómo Warner se paseó por varios paĆses para recibir ofertas de sobornos antes de decidir por quiĆ©n votar.
Tras los juegos amistosos, y despuĆ©s de mostrar una buena disposición hacia la “causa sudafricana”, Warner mandó a un familiar suyo a ParĆs a recoger un regalo que le habĆan dejado en un hotel. El familiar llegó a Francia, tomó un taxi, entró al cuarto y tomó un maletĆn repleto de fajos de 10.000 dólares. De inmediato volvió al aeropuerto y tomó un vuelo a Trinidad y Tobago, donde la plata, despuĆ©s de un par de operaciones para evitar rastreos, terminó en una cuenta de Warner.
Luego, pocos meses antes de la elección final de la sede mundialista, programada para mayo de 2004, Warner y un socio hasta ahora anónimo viajaron a Marruecos, paĆs que tambiĆ©n querĆa organizar el certamen. AllĆ”, luego de ver la presentación que le tenĆan preparada, Ć©l y sus interlocutores llegaron al tema de los sobornos. Los marroquĆes le ofrecieron 1 millón de dólares si les aseguraba la totalidad de los votos de las 41 asociaciones de la Concacaf.
La cifra, sin embargo, no parecĆa suficiente. Y Warner, ademĆ”s, se acababa de enterar de que la asociación de fĆŗtbol de SudĆ”frica estaba dispuesta a pagarle nada menos que 10 millones de dólares si le daba los votos a ese paĆs. Warner tomó la decisión de apoyar a SudĆ”frica, cuya federación, preocupada de que los sobornos salieran de recursos pĆŗblicos y desataran un escĆ”ndalo, le pidió ayuda a la Fifa: esta le pagó los 10 millones a Warner y los descontó del dinero que, luego, le giró a SudĆ”frica por la organización de la Copa Mundo.
La Justicia de Estados Unidos considera que este esquema de corrupción es comĆŗn a lo largo y ancho del mundo. Las 209 asociaciones representadas en la Fifa tienen cada una derecho a un voto, y estos votos tienen el mismo valor sin importar el tamaƱo del paĆs que representan o la relevancia que tiene el fĆŗtbol en sus naciones. AsĆ, un voto de las Islas Cook, paĆs de 10.000 habitantes donde muy poca gente practica el fĆŗtbol profesional, es igual de valioso al de la Federación Alemana de FĆŗtbol, la mĆ”s grande del mundo con mĆ”s de siete millones de agremiados. Cuando quieren comprar mundiales o votos para elecciones de la dirigencia, los corruptos se concentran en paĆses pequeƱos, donde los controles al fĆŗtbol son prĆ”cticamente inexistentes, o en lugares como AmĆ©rica Latina, donde la corrupción ha permeado la cultura de los negocios.
EstĆ” por verse quĆ© nuevas noticias le traerĆ” al mundo este escĆ”ndalo. Pero algo que deberĆa significar es el fin de la Fifa como una entidad que se considera a sĆ misma superior a los Estados, las leyes y la Ć©tica. Ya dentro de la misma Fifa soplan vientos de revolución. Michel Platini, presidente de la Uefa, anunció que el próximo 6 de junio, despuĆ©s de la final de la Copa de Campeones de Europa, se reunirĆ” con los suyos para definir si quieren seguir haciendo parte de la institución. Y patrocinadores como Visa y Master Card insinuaron estar dispuestos a tomar medidas. Pero, por ahora, lo paradójico es que el cambio tendrĆa que ser liderado por Joseph Blatter, el hombre sobre el cual hoy reposan las miradas sospechosas del mundo entero.
Las extravagancias de los capos del fĆŗtbol
> La cuenta de uno de ellos en el club de ‘striptease’ Scores, uno de los mĆ”s exclusivos de Manhattan, llegó una vez a los 130.000 dólares.
> El exsecretario de la Concacaf Chuck Blazer tuvo una camioneta Hummer parqueada durante tantos dĆas en Nueva York que pagó 21.000 dólares para sacarla.
> El expresidente de la Conmebol NicolĆ”s Leoz pidió el tĆtulo de Caballero del Imperio BritĆ”nico como condición para votar por Inglaterra para el Mundial de 2018.
> El exvicepresidente de la Fifa Jack Warner, oriundo de Trinidad y Tobago, usó buena parte del dinero que la Fifa le envió a la Concacaf para fomentar el fútbol para comprar condominios en Florida.
> La mañana en que las autoridades detuvieron a siete de ellos, todos se alojaban en el hotel Baur au Lac de Zúrich, donde la noche mÔs económica cuesta 2.500 dólares.
Los escƔndalos de la era Blatter
1998: Blatter es elegido presidente de la Fifa, pero de inmediato lo acusan de haber comprado votos de delegados africanos, cada uno por 50.000 dólares.
2001: La fachada suiza International Sports and Leisure se derrumba debido al millonario pago de sobornos que la Fifa hacĆa a travĆ©s de ella.
2006: Jack Warner, vicepresidente de la Fifa, se mete al bolsillo 1 millón de dólares por las entradas a los estadios del Mundial de Alemania en 2006.
2010: Aparece una grabación del director de la Asociación de Fútbol BritÔnico, David Triesman, hablando sobre la intención de España y Rusia de sobornar Ôrbitros durante el Mundial de 2010.
2010: Denuncian que el paraguayo NicolĆ”s Leoz y el brasileƱo Ricardo Teixeira habrĆan recibido sobornos por los derechos de transmisión de los mundiales en los aƱos noventa.
2011: Blatter debe admitir que Qatar, EspaƱa y Portugal ofrecieron sobornos a funcionarios suyos para quedarse con la sede del Mundial de 2018 y 2022.
2012: La FiscalĆa suiza revela que el expresidente de la Fifa JoĆ£o Havelange recibió al menos 1,5 millón de dólares en sobornos.
2014: Señalan al dirigente trinitario Jack Warner, exvicepresidente de la Fifa, de recibir varios millones de dólares después de la elección de Qatar como sede del Mundial de 2022.
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