CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco hace una llamamiento a los
medios de comunicación social para que apoyen la superación de los
prejuicios en la evaluación de las migraciones pues "la llegada de los
que piden asilo o de refugiados suscita en las poblaciones locales
sospecha y hostilidad".
El mensaje del papa con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y
de los Refugiados, bajo el tÃtulo "Emigrantes y refugiados: hacia un
mundo mejor", que se celebrará el 19 de enero de 2014, fue publicado hoy
por la oficina de prensa vaticana.
Con la llegada de los inmigrantes -refiere el papa- "nace el miedo de
que se produzcan convulsiones en la paz social, que se corra el riesgo
de perder la identidad o cultura, que se alimente la competencia en el
mercado laboral o, incluso, que se introduzcan nuevos factores de
criminalidad".
Los medios de comunicación social, en este campo, tienen un papel de
gran responsabilidad: "a ellos compete, en efecto, desenmascarar
estereotipos y ofrecer informaciones correctas, en las que habrá que
denunciar los errores de algunos, pero también describir la honestidad,
rectitud y grandeza de ánimo de la mayorÃa", asegura.
En esto es necesario por parte de todos un cambio de actitud hacia
los inmigrantes y los refugiados, el paso de una actitud defensiva y
recelosa, de desinterés o de marginación -que, al final, corresponde a
la "cultura del rechazo"- a una actitud que ponga como fundamento la
"cultura del encuentro", la única capaz de construir un mundo más justo y
fraterno, un mundo mejor, dice Bergoglio.
También los medios de comunicación están llamados, según el papa, a
entrar en esta "conversión de las actitudes" y a favorecer este cambio
de comportamiento hacia los emigrantes y refugiados.
Para el pontÃfice, las migraciones revelan también las aspiraciones
de la humanidad de vivir la unidad en el respeto de las diferencias, la
acogida y la hospitalidad que hacen posible la equitativa distribución
de los bienes de la tierra, la tutela y la promoción de la dignidad de
todo ser humano.
Pero, "el rechazo, la discriminación y el tráfico de la explotación,
el dolor y la muerte se contraponen a la solidaridad y la acogida, a los
gestos de fraternidad y de comprensión", mantiene el papa.
El "trabajo esclavo" es hoy moneda corriente, recuerda.
Advierte de que "no se puede reducir el desarrollo al mero
crecimiento económico, obtenido con frecuencia sin tener en cuenta a las
personas más débiles e indefensas".
El mundo sólo puede mejorar -sostiene- si la atención primaria está
dirigida a la persona, si la promoción de la persona es integral, en
todas sus dimensiones, incluida la espiritual; si no se abandona a
nadie, comprendidos los pobres, los enfermos, los presos, los
necesitados, los forasteros; si somos capaces de pasar de una cultura
del rechazo a una cultura del encuentro y de la acogida.
Considera el papa que "es impresionante" el número de personas que
emigra de un continente a otro, asà como de aquellos que se desplazan
dentro de sus propios paÃses y de las propias zonas geográficas.
Una buena sinergia -dice- animará a los gobernantes a afrontar los
desequilibrios socioeconómicos y la globalización sin reglas, que están
entre las causas de las migraciones, en las que las personas no son
tanto protagonistas como vÃctimas.
Ningún paÃs puede afrontar por sà solo las dificultades unidas a este
fenómeno que, siendo tan amplio, afecta en este momento a todos los
continentes en el doble movimiento de inmigración y emigración.
Es importante subrayar además "cómo esta colaboración comienza ya con
el esfuerzo que cada paÃs deberÃa hacer para crear mejores condiciones
económicas y sociales en su patria, de modo que la emigración no sea la
única opción para quien busca paz, justicia, seguridad y pleno respeto
de la dignidad humana", añade.
Para el obispo de Roma, "crear oportunidades de trabajo en las
economÃas locales, evitará también la separación de las familias y
garantizará condiciones de estabilidad y serenidad para los individuos y
las colectividades".
El fundamento de la dignidad de la persona, "no está en los criterios
de eficiencia, de productividad, de clase social, de pertenencia a una
etnia o grupo religioso, sino en el ser creados a imagen y semejanza de
Dios y, más aún, en el ser hijos de Dios; cada ser humano es hijo de
Dios".
Jorge Mario Bergoglio considera que las migraciones pueden dar lugar a
posibilidades de "nueva evangelización, a abrir espacios para que
crezca una nueva humanidad,(..) una humanidad para la cual cada tierra
extranjera es patria y cada patria es tierra extranjera".




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