En este pequeño poblado de Punta Cana y Bávaro, donde se han perdido
todos los signos de la identidad, comienza a renacer la conciencia
nacional. Aquí donde las inversiones millonarias, las grandes avenidas,
los jardines, las playas fabulosas, han fabricado un paraíso para las
clases opulentas del mundo, los dominicanos viven situaciones
infernales. Aquí donde todo es dulzura, nadie puede imaginarse que la
vida pudiera ser tan amarga para los dominicanos. En medio de toda esa
belleza, los dominicanos han sido excluidos como en ningún otro lugar
del mundo: excluidos de todas las posibilidades de trabajar. Excluidos
de los servicios de salud, excluidos del derecho a vivir. Aterrorizados.
Sometidos por una población extranjera que se ha establecido aquí,
ilegalmente, sin consideraciones de ningún tipo.
Aquí se han invertido completamente los papeles. Verón- Punta Cana es
un poblado de mayoría haitiana. No son inmigrantes; son colonizadores.
Se pasean en sus motos petulantes, engreídos, con una arrogancia que
insulta. Porque son los únicos que están produciendo. Los únicos que se
benefician del yacimiento de empleo creado por las grandes obras
turísticas, por el servicio de los hoteles y por las grandes avenidas
que construye la empresa brasileña ODEBRECHT. En el Hoyo de Friusa, en
Mata Mosquitos, en Kosovo, en Villa Esperanza estamos ante la mayor
proporción de haitianos de todo el país. Predominan en todos los
oficios: en el aeropuerto, en las obras, en las playas, en el
motoconcho, en la artesanía. Por el monto de las inversiones, se puede
decir que es éste el único lugar del país, donde verdaderamente hay
pleno empleo… ¡pero, para los haitianos!.
Aquí es un requisito ser extranjero para conseguir trabajo. Todos los
dominicanos que realicen actividades que puedan competir con los
oficios de esta población de bravucones y envalentonados son obligados a
marcharse. Los que aquí permanecen han tenido que agruparse:
collaleros, boyeros, electricistas, plomeros… Cabe aquí la expresión que
se dijo cuando perdimos la porción occidental de la isla a manos de los
franceses: ¡Se perdió Bayajá!
Al ver la catástrofe, podemos observar que hemos perdido nuestra
libertad como Estado, porque esta barbarie sucede ante los ojos de las
autoridades. ¡Y nadie hace nada! Que hemos perdido nuestra libertad como
nación, porque los dominicanos ya no tienen el control de su destino.
Estamos luchando contra un enemigo interior que nos desacredita. Nos
extorsiona. Nos insulta. Nos somete a Cortes Internacionales. Nos
humilla. Nos amenaza. Un enemigo interior que emplea todas las palabras
que destruyen nuestra capacidad para unirnos. Que emplea toda su
dialéctica mentirosa para que ni siquiera podamos cumplir con nuestras
propias leyes.
Combatimos a un enemigo con muchos rostros que manipula a la opinión
pública. Que se ha alojado como una célula maligna en la prensa, en los
ministerios, en la universidad. Que quiere destruir nuestra cohesión
nacional. Que proclama que los únicos que tienen derecho a vivir en
Verón-Punta Cana, a disfrutar de los empleos, del bienestar, del sol, de
las playas y de la belleza de este lugar incomparable son los
indocumentados que han colonizado el territorio.
En todo el país, cada doce minutos nace un niño haitiano. El año
pasado nacieron 43.852 niños haitianos en los hospitales dominicanos, el
equivalente de toda la población de Pedernales. En Verón- Punta Cana
sólo nacen haitianos. En la maternidad y en el Policlínico, el que
distribuye los tickets es haitiano, los médicos son haitianos, los
pacientes son haitianos. Los dominicanos, sólo consiguen un ticket si
los haitianos se compadecen. No conozco ningún ejemplo mayor de
discriminación al dominicano. He oído toda clase de historias
picarescas. Son tantas las haitianas parturientas que algunas,
prácticamente, en labores de parto se colocan a las puertas del
Hospiten, y cuando rompen las aguas, hay que atenderlas
obligatoriamente. ¡Y, ay, del centro privado que se niegue, exigiéndole
pago, seguro médico o cualquier otra forma de indemnización!. Porque hay
una ONG preparada para denunciarlo internacionalmente y despedazar su
reputación. Si eso no es chantaje, ¿qué es, entonces, el chantaje?
¿Cuál será el porvenir del país de mantener, indefinidamente,
situaciones como éstas? ¿Es que hemos perdido, definitivamente,el
control de nuestro destino, que nos hemos desviado del rumbo nacional?
¿Es que nos hemos olvidado de nuestra población? ¿Es que los políticos
que hemos elegido para que nos gobiernen y organicen el país están
desconectados de la realidad que vivimos los dominicanos? ¿Es que no
tienen ojos para ver ni oídos para oír? La ideología antinacional, el
desprecio por lo que hemos sido, de una porción pequeña pero tenaz de
nuestra prensa, les ha provocado esta espantosa ceguera.
Esta insensibilidad, esta indiferencia por el destino de los
dominicanos que como una roca han resistido el odio a la nación, la
extorsión, la presión, la burla, la puñalada trapera, la injuria, la
insolencia, la falta de porveniry han permanecido aquí pese a todo,
resistiendo como una roca. Aquí, en Verón- Punta Cana, rechazamos que el
país muera para satisfacer toda la verborrea de aquellos que nos han
satanizado. Ayer, cuando reclamábamos que los dominicanos tuviésemos el
control de los yacimientos de empleos que país produce y el control de
los servicios, nos acusaban de ser adeptos del trujillismo, de xenófobos
y de todas las barbaridades de su vertedero ideológico.
A nosotros no nos asusta su guerra psicológica. Nosotros no somos
antihaitianos. Pero para demostrarlo no vamos a hundir a la República
Dominicana. No tenemos ninguna animadversión ni ningún sentimiento de
xenofobia contra ningún extranjero. Creemos rotundamente que los
haitianos tienen derecho a la salud, al empleo; tienen derecho a tener
documentos de identidad, a educar a sus hijos, a la seguridad social, y a
todas las cosas que cualquier ser humano sueña. Pero esos
derechos los tienen en su país; no en el nuestro. Aquí deben sujetarse a
las leyes de extranjería. Y, sobre todo, no podemos quitarle esos
derechos al dominicano para dárselo al haitiano. La República
Dominicana no es un derecho humano que los extranjeros puedan repartirse
como una piñata. Los haitianos saben que están robando un derecho que
no les pertenece. Nosotros no podemos esperar que los problemas de Haití
se resuelvan para que el Gobierno dominicano, comience a resolver los
nuestros.
¿Cuál es la finalidad de mantener una inmensa masa de haitianos
deambulando por las calles, pidiendo en las esquinas, molestando a los
turistas en las playas e ideando todas clases engañifas para
introducirse en el registro civil? ¿Dónde está el sentido de la
autoridad, de la responsabilidad y del respeto al pasado? Cada año
125.000 jóvenes dominicanos buscan su primer empleo, y nosotros
continuamos, observando pasivamente, la extinción de los medios de
supervivencia de los dominicanos.¿Qué culpa estamos pagando para ser
privados de los empleos, de los hospitales, de los servicios, del
bienestar, con la bendición de los empresarios, de la prensa y de los
políticos e incluso de una porción de la Iglesia? ¿Quién dijo que las
políticas y las actitudes que deba asumir el Gobierno sean las de
reprimir, insultar y contarles mentirasa los dominicanos? Cada vez que
se presenta un problema de esta índole, aparece un “experto” que se
inventa una política de comunicación para enmascarar la realidad. Toda
esa verborrea de loscomunicadores a sueldo y de los picos de oro no han
servido para evitar nuestra desgracia, la que estamos viviendo aquí y
ahora.
Aquí, en Verón-Punta Cana, hemos encontrado el camino que quiere
seguir el pueblo dominicano. Hemos venido aquí para restaurarles la
dignidad a los dominicanos. Para decirles que no están solos. Que en
todo el país, hay un movimiento social que se está levantando. El camino
de su independencia, de su soberanía, de la convivencia en paz con el
vecino haitiano, ellos allá y nosotros aquí. En Verón-Punta Cana hemos
descubierto los intereses generales de todos los dominicanos. Más allá
de los partidos, de las iglesias, de las desilusiones, de las
incompetencias de los dirigentes nacionales, de su falta de coraje y de
patriotismo, de su falta de probidad, del abandono, de la derrota, de la
decadencia de todos los ideales. El país no puede sucumbir ante un
enclave extranjero que se ha fraguado para humillar a sus habitantes.
Aún no hemos perdido la capacidad de creer en nosotros mismos. Porque
queremos preservar la paz, el trabajo, la justicia y porque tenemos
derecho a ese sueño y a la esperanza.
Con la palabrería del Centro Bonó y de los jesuitas no se elimina la
importación del SIDA, de la filariasis, de la malaria, de la
tuberculosisy del cólera, con las habladurías del Padre Hartley y las
parrafadas del ejército de ONG prohaitianas no se le devuelve el
bienestar, los empleos y la tranquilidad a los dominicanos que resisten
en Verón-Punta Cana.
¡Honor a todos los que participan en esta marcha!
Honor a los Trinitarios que siendo apenas 9 hombres, con un país
ocupado por los haitianos, dirigido por los haitianos, sobrevivió a
todos sus abusos y atropellos, y logró su Independencia nacional en
1844.
¡Honor por siempre, a esos dominicanos sagrados!
¡Viva la República Dominicana!
¡Viva, Verón-Punta Cana sobre cuya roca volveremos a edificar la
Independencia que nos devuelva los empleos, la salud, la educación, la
tranquilidad, la seguridad y el derecho a la esperanza!.




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