Pobre Dilma Rousseff: acaba de ser reelegida para un 2do. mandato consecutivo pero no consigue el fervor de los agentes económicos ni brasileros ni globales. Luego, en una entrevista con diarios como Folha de S.Paulo rechazó que le digan que el suyo es un gobierno "bolivariano". Dilma sostuvo: "Es una vergüenza tratar a los dos países como iguales. Es un desequilibrio, porque no hay similaridad. Esa historia del bolivarianismo está contaminada en camadas, segmentos, de prejuicio contra mi gobierno. Generalmente, el uso ideológico de ciertas categorías, distorsionan toda la comprensión de la percepción de la realidad". La verdad es que la economía con Dilma fue mal, y no hay garantías de que mejore aún cuando se quite de encima al nefasto Guido Mantega. Pero hay que darle la razón a Dilma: la suya no es una Administración bolivariana. En todo caso, ella Argentinizó el comportamiento fiscal de Brasil. Y la consultora Economía & Regiones lo fundamentó:
¿De qué se ríe Dilma? "Haciendo un análisis comparativo, podemos decir que la política fiscal de Brasil se Argentinizó en los últimos años (desde 2009), ya que también se reduce su resultado fiscal positivo vía aumento del gasto público."
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Economía & Regiones). Dilma Rousseff ganó el ballotagepor escaso margen y gobernará Brasil hasta 2019. El bajo margen respondió a las críticas de la ciudadanía sobre el elevado nivel de corrupción y el pobre desempeño económico del país en los últimos años.
De hecho, la tasa de crecimiento del PBI y del PBI per cápita de Brasil languidece ya que se podría decir que nuestro principal socio comercial se “argentinizó”. De hecho, su índice de competitividad global cayó del puesto 48 (2012/2013) al 56 (2013/2014).
Contexto económico de Brasil y perspectivas
Brasil atraviesa un periodo de estancamiento, con un crecimiento económico (1%) significativamente más bajo que su potencial (2.8%) y una inflación que no baja, a pesar del aumento de la tasa de interés, y se mantiene por encima del objetivo de las metas de inflación (entre 2.5%-6.5%).
Nuestra proyección es que el PBI crezca sólo 1.3% en 2014 y, en el mejor de los escenarios, se acelere suavemente hasta 1.5%/1.7% en 2015.
Para 2015 no se puede esperar un fuerte repunte de la actividad económica debido a que será un año signado por ajustes en los desbordes fiscales, cambiarios e inflacionarios.
El aporte del frente externo al crecimiento de Brasil no es positivo, debido al descenso de precio de commodities (caída en los términos de intercambio), menor ingreso de capitales y una acotada depreciación de la moneda de Brasil.
Por un lado, la caída del precio en dólares de commodities ligadas a la minería (hierro) y a la agricultura (soja) redujo el ingreso de divisas, lo que tornó aún más negativo el saldo de cuenta corriente de Brasil.
A su vez, un menor ingreso de capitales por la cuenta financiera (consecuencia de la atracción de capitales que genera un EEUU en crecimiento y expectativas de suba de tasas en el mediano plazo) redujo el financiamiento del déficit de cuenta corriente.
No sólo el frente externo no “juega” a favor de la recuperación de la tasa de crecimiento de Brasil en el corto plazo, sino que el mercado doméstico tampoco lo hace. Brasil prioriza el crecimiento de largo plazo por sobre el crecimiento de corto plazo.
En un escenario de aumento de las presiones inflacionarias, Brasil escoge sacrificar crecimiento presente para disminuir la inflación y así apuntalar crecimiento futuro.
Puntualmente, las presiones inflacionarias desbordan la meta y por ende el Banco Central de Brasil, respondiendo a su mandato institucional aún en período electoral, sube la tasa (ver alza tasa SELIC. N. de la R.: La tasa preferencial del Banco Central de Brasil) de referencia para contener la inflación y ponerle un techo a la velocidad de depreciación del real, enfriando el ritmo de expansión de la demanda agregada y del crecimiento del PBI.
No obstante, y teniendo en cuenta la importante integración de las exportaciones de Brasil en el mundo, un mundo un poco más dinámico, que pasaría de crecer 3.3% (2014) a 3.8% (2015,) ayudará a contrarrestar los peores precios de las exportaciones de Brasil, logrando que su economía crezca marginalmente algo más durante el próximo año (de 1.3% a 1.5%/1.7%).
No sólo la inflación está jugando “en contra” en el frente interno. El deterioro de las expectativas y la disminución de la confianza del mercado doméstico también menoscaban el nivel de actividad.
La conjunción de pérdida de confianza (consumidores y empresarios) y política monetaria más restrictiva, entre otros factores, terminaron por frenar el crecimiento. La merma de la confianza empresarial y de las familias es un claro reflejo de los problemas actuales de la economía.
El aumento de la incertidumbre relacionado con el empeoramiento de la economía en los últimos años, creó un ciclo desfavorable para el consumo y la inversión.
Paralelamente, el ajuste monetario ha contribuido, entre otras cosas, a una depreciación acotada del tipo cambio, con un impacto negativo sobre las exportaciones netas y a un aumento de los tipos de interés en los préstamos bancarios desincentivando el consumo y la inversión.
A su vez, factores más estructurales, como por ejemplo la creciente pérdida de competitividad de la economía o el alto nivel de endeudamiento de las familias, contribuyeron en esta dinámica negativa.
En este sendero, el consumo privado y en especial la inversión perdieron gran dinamismo en estos años, en tanto que el gasto público en aumento obstaculizó una reducción de la inflación.
En términos inflacionarios, esperamos una moderación hasta un 6,3% para fin de este año, luego de mantenerse algunos meses por encima del objetivo (6.5%). De sostenerse esta tendencia, esperamos que se reduzca a 5,8% para finales de 2015. Dicha desaceleración de la inflación trae aparejado la salida de Brasil de su riesgo de estanflación para 2015.
A pesar de la moderación del nivel de actividad, no esperamos una importante desaceleración de los precios, ya que se encuentra en marcha un proceso de convergencia de:
i) los precios administrados (análogo a los “Precios cuidados” de Argentina) con respecto a los precios libres, y
ii) del tipo de cambio con respecto a su nivel de equilibrio, lo que puede implicar una depreciación adicional entorno al 10% que impida una desaceleración mayor de la inflación.
Pero el problema de la inflación se encuentra alimentado, al igual que en Argentina (pero a menor escala), por una inconsistencia de la política fiscal que comienza a ser cada vez más expansiva y menos sustentable.
En este marco, la inflación se acelera por “culpa” del aumento del gasto público que obliga al Banco Central de Brasil (BCB), respetando su mandato institucional, a subir la tasa para contener la aceleración de la inflación y hacerla converger dentro de los límites (4.5% - 2%) establecido por su Programa de Metas de inflación.
En esta dirección operó su última decisión de subir la tasa de interés de referencia de política monetaria (SELIC) que paso de 11% a 11.25% en la última semana de octubre.
Nuestra previsión es que la tasa de referencia continúe subiendo hasta 12.25% para 2015 en línea con la normalización de la política monetaria en USA (en oct'14 se anuncio fin de programa de recompra de activos por parte de la FED).
Una política fiscal más neutral y menos expansiva contribuiría a aumentar la credibilidad de las políticas públicas y a aumentar la confianza de los agentes económicos.
Paralelamente serviría para combatir la inflación, quitando presión a las tasas de interés, ampliando el margen para que el real se deprecie y apoye a las exportaciones.
Puntualmente en lo concerniente a los números fiscales, en 2014 el desborde fiscal reduce el superávit primario (sin contar intereses) a sólo 1,4% del PIB con maquillaje contable, con lo cual el superávit quedaría por debajo del objetivo fiscal de 1,9% para este año.
Sumando intereses de deuda pública, Brasil cerraría con un rojo fiscal de 3.9% del PBI.
Haciendo un análisis comparativo, podemos decir que la política fiscal de Brasil se Argentinizó en los últimos años (desde 2009), ya que también se reduce su resultado fiscal positivo vía aumento del gasto público.
Aunque, al igual que Argentina, Brasil obtiene resultados pobres u opuestos a los buscados por sus políticas de incentivo a la demanda agregada.
Además, y también coincidiendo con nuestro país, Brasil también hace uso de maquillajes contables para aumentar “en los papeles” su superávit fiscal. Para 2015 esperamos un moderado ajuste de las cuentas fiscales que permita incrementar el superávit fiscal primario entorno a 1.9% del PBI, bajando su rojo fiscal a 3.5% del PBI contabilizando los intereses de deuda.
El sesgo expansivo de la política fiscal y la intención de cumplir con la meta de inflación repercutieron en que las tasas de interés se mantengan elevadas y el tipo de cambio relativamente apreciado, dificultando el necesario ajuste hacia un modelo de crecimiento más apoyado en las exportaciones y en la inversión, en lugar del consumo.
¿Cómo impactará Brasil en la economía Argentina?
Un dato positivo para Argentina es que, de no mediar un shock externo importante, no debemos esperar una brusca devaluación en Brasil para 2015. Puntualmente nuestra proyección es que la moneda de Brasil pase de R$2.40 a R$2.65 por dólar hacia fin de 2015.
En este marco es esperable que Brasil continúe subiendo su tasa de interés referencia (100-150 puntos básicos) para hacer más atractiva la moneda local.
El problema es que, como más arriba advertimos, Brasil crecerá poco en 2015 y por ende no podrá ser un motor para la economía Argentina el próximo año. La industria, especialmente autos y metalmecánica, será el sector más perjudicado porque es el principal beneficiario del buen nivel de actividad general e industrial en Brasil.
El Comercio bilateral de Argentina / Brasil depende más del diferencial de los niveles de actividad entre países que del tipo de cambio y por ende, el actual estancamiento de Brasil es la peor de las coyuntura para nuestras exportaciones.
Pero al ser nuestra recesión mucho más fuerte que el estancamiento en Brasil, el saldo comercial bilateral mejora para nosotros, más aún con trabas a las importaciones. La caída de importaciones (-18%) duplicó la baja delas exportaciones (-9%), con lo cual el saldo comercial mejoró US$2.000 millones en los últimos 12 meses.
Puntualmente, en los últimos 12 meses hasta Septiembre ’14 el resultado comercial con Brasil exhibió un superávit de usd530 millones, forjado por unas exportaciones de US$ 16.530 millones (-9% a/a) y unas importaciones de US$ 16.000 millones (-18% a/a).
En términos de divisas, Brasil sufrió más que Argentina la contracción del intercambio comercial entre países. Las restricciones a importar desde Argentina y el encarecimiento de productos traídos desde Brasil (vía devaluación del peso en enero, aumento de alícuotas en el impuesto interno a los autos) condujo a un derrumbe de nuestras compras a Brasil.
Al mismo tiempo, el derrumbe de importaciones es el espejo de la menor actividad industrial en Argentina. Las importaciones de insumos desde Brasil para producir automóviles se contraen porque cayó la demanda de autos desde Argentina y desde Brasil.
Por el contrario, Argentina no tiene problemas de tipo de cambio con Brasil. La competitividad precio de dicho sector industrial aún es buena y se encuentra en los mismos niveles del año 2013.
El tipo de cambio bilateral real entre Argentina y Brasil aún se encuentra depreciado un 76% con respecto a la base del año 2001 con lo cual habría un colchón cambiario para seguir colocando producción en Brasil si es que su economía repuntara.
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