La acción transcurre en Córdoba pero podrÃa ser en Ciudad de Buenos Aires o Rosario o varios municipios del Gran Buenos Aires o Tucumán u otros centros urbanos argentinos: jóvenes de menos de 24 años que habitan en los barrios controlados por el narcotráfico. Muchos son captados por esa red, que forma una economÃa paralela que se desarrolla, agresiva, en sectores abandonados por el Estado. Muy interesante trabajo de investigaión del Foro de Periodismo Argentino (Fopea):
"El narcotráfico ha ido ocupando un espacio muy fuerte. Los narcos grandes buscan a uno para que venda, a otro para que guarde, otro que cuida la cuadra (tero)… y a la gente que no pueden captar le van haciendo favores para captarla: le pagan la fiestita de 15 a la chica, les instalan un bañito…Pasó de ser simplemente un mercado a ser una red social", describe el cura Mariano, que tiene un taller de herrerÃa para construir una alternativa a la inclusión económica que ofrecen los narcos.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). A los jóvenes incorporados por los narcos se les conoce como “perros” y suelen dar aviso de movimientos extraños en el territorio, trasladan mercancÃas y a veces venden.
El relato comienza con Germán, quien vive en una casa descascarada en un barrio de la ciudad de Córdoba, a 5 minutos en auto desde el Centro.
El barrio de Germán es de los 23 que hoy dÃa, en Córdoba, sus calles son controladas por las redes de tráfico y microtráfico de drogas para que no se interrumpa el negocio, según el Observatorio de Seguridad Ciudadana.
Esto quiere decir que hay un alto nivel de tráfico de drogas, con pocos y pequeños dealers, pero organizados, con un control del espacio público y de la violencia para que la actividad se reproduzca sin problemas. Hay otros 40 sectores que tienen negocios narcos en transición o aún desorganizados.
"Los jóvenes suelen ocupar puestos de menor relevancia en el sistema: dan aviso de movimientos extraños en el territorio, trasladan mercancÃas, a veces venden… Si son mujeres y tienen hijos, es más habitual verlas en los puntos de ventas o “quioscos”, como se los denomina. Los jóvenes muchas veces tienen vÃnculos inestables con estas estructuras, van y vienen, las usan para complementar ingresos o para financiarse el consumo de estupefacientes. En la jerga se los conoce como “perros”.
Sólo en casos de microtráfico, las estadÃsticas de la Justicia provincial muestran que el 40,10 por ciento de los imputados tienen entre 26 y 40 años; y el 27,5 por ciento tienen menos de 25. En 2011, antes de que en Córdoba la Justicia federal cediera a la provincial la investigación de microtráfico, el 16 por ciento de los condenados en uno de los dos tribunales orales federales tenÃa menos de 26 años. Son las últimas estadÃsticas oficiales disponibles que se hayan difundido y muestran que los adolescentes y jóvenes no suelen ser detectados por el sistema judicial en proporción a su participación.
En la Justicia explican la situación con este razonamiento: o bien en las organizaciones familiares los adultos asumen las responsabilidades para dejarlos a salvo de las condenas y mantener el emprendimiento familiar; o bien porque como no suelen dedicarse a la venta sino a roles complementarios (vigilar, custodiar) no aparecen bajo la lupa de investigaciones centradas en los “quioscos” de venta."
El trabajo
"Los perros del narco. Cómo es crecer en una economÃa dominada por las drogas en la ciudad de Córdoba" es un trabajo de investigación periodÃstica financiado por FOPEA (Foro de Periodismo Argentino).
Integran La Otra Trama: Fundación Avina, Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia, Foro de Periodismo Argentino, Fundación Cambio Democrático, Fundación La Alameda, Contadores Forenses y Fundación Crear Vale la Pena.
El miembro de una asociación civil que trabajaba en uno de estos barrios desde hace 20 años, organizando talleres y apoyo escolar, sostiene que hay marihuana, pero en especial cocaÃna. "Muchos pibes empiezan vendiendo y eso les reditúa más que cualquier trabajo. Hay madres que admiten que no pueden darles nada mejor a sus hijos, es una práctica que se tolera. Casi siempre son chicos que ven cómo la economÃa familiar se mueve alrededor de la droga: vende el padre, vende el hermano", destaca.
Además: "Los narcos van comprando casas contiguas para hacer cocinas, se comunican por los patios traseros. Muchos chicos empiezan en esos lugares armando los paquetitos. Les pagan con droga, para que a su vez ellos la vendan. En los barrios siempre hay una relación tirante con los que tienen los puntos de venta.
En hospitales, en la Justicia, en especialistas en adicciones, predomina el consenso de que los jóvenes se pasan a trabajar en estas economÃas porque consumen y necesitan asegurarse la provisión. Otros opinan que las motivaciones pueden ser múltiples, como obtener recursos, integrarse a grupos o ganarse respeto.
Las estadÃsticas del Hospital de Niños de Córdoba señalan que hay un grupo etario de 8 a 15 años que ha probado alguna sustancia ilÃcita, una vez al menos. En los primeros 5 meses de 2014, los casos positivos ya superaban a todos los de 2013. Gabriel MartÃn, secretario de Niñez y Familia de Córdoba, describe la situación: "lo que vemos como fenómeno es que ha bajado la edad en que los chicos cometen actos delictivos graves, con uso de armas de fuego".
Reglas propias
En los territorios de la actividad narco hay un código propio. “Cambiaron las reglas del barrio. Y eso cambia las formas en las que uno puede acercarse a los chicos”, se lamenta Lucrecia González sobre su experiencia en el territorio desde la militancia polÃtica de Barrios de Pie. En esas economÃas, en esos juegos con reglas propias, ya sea por una acción deliberada o por omisión, se crea la zona liberada para que funcione el sistema, con complicidad o aceptación pasiva de las fuerzas de seguridad.
Las familias de los narcos conocidos son intocables: todos las conocen, pero nadie se mete. Son, además, grandes sostenes de las economÃas hogareñas y no hay nadie que no les deba un favor: plata para un remedio, juguetes para los chicos, camisetas para el equipo de fútbol. Uno de ellos es famoso porque en su cumpleaños corta la calle e instala grupos de cuarteto para la fiesta. Todo el barrio está invitado. Se come, se toma, se fuma.
"El narcotráfico ha ido ocupando un espacio muy fuerte. Los narcos grandes buscan a uno para que venda, a otro para que guarde, otro que cuida la cuadra (tero)… y a la gente que no pueden captar le van haciendo favores para captarla: le pagan la fiestita de 15 a la chica, les instalan un bañito…Pasó de ser simplemente un mercado a ser una red social", describe el padre Mariano, quien tiene un taller de herrerÃa para construir una alternativa a la inclusión económica que ofrecen los narcos.
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