El proceso de regeneración integral al que Mark Carney ha sometido al Banco de Inglaterra (BoE, en sus siglas en inglés) ha topado con los esqueletos que el sistema financiero británico guardaba en los armarios de la City. El descubrimiento de manipulaciones a escala masiva ha provocado una reacción en cadena que ha llevado a cuestionar no sólo la integridad de los vituperados gigantes del sector, sino la propia eficacia del banco central e, incluso, la honorabilidad de sus miembros.
Bank of England, ahora bajo sospecha.
La investigación promovida por el BoE (Bank of England o Banco de Inglaterra) sobre qué falló durante la manipulación del mercado de divisas costó 3 millones de libras (4,15 millones de euros). No en vano, las tarifas del responsable de dirigirla, Lord Grabiner, ascienden a 3.000 libras (4.150 euros) por hora y sólo sus honorarios superaron las 400.000 libras (554.000 euros). Aun asÃ, su margen de maniobra ha sido cuestionado y las dudas podrÃan extenderse a su dictamen sobre los manejos de las subastas de liquidez.
Hasta ahora, el BoE habÃa tenido que lidiar con las dudas de hasta qué punto era consciente del escándalo de la tergiversación del mercado de divisas que obligó a reguladores de todo el mundo a intervenir y que ha generado ya multas por valor de 4.300 millones de dólares (3.900 millones de euros).
La semana pasada, el gobernador anunció que, tras una investigación independiente encargada por él mismo, se habÃan detectado hasta 50 casos de potenciales abusos de mercado, de los que 42 habÃan sido ya puestos en manos de la Autoridad de Conducta Financiera, uno de los brazos coercitivos del BoE. Aun asÃ, Mark Carney tuvo que hacer frente al cuestionamiento del modus operandi del proceso y la capacidad de éste de someter a escrutinio a una institución acusada durante décadas de mantener con la City una relación basada en una conveniente ambigüedad.
Durante su intervención en la poderosa Comisión del Tesoro del Parlamento, el gobernador defendió que los responsables de las pesquisas disfrutaron de carta blanca para indagar, frente a las dudas de algunos diputados, entre quienes hubo, incluso, quien promovió su propio proceso para denunciar la "estrechez de miras" del sumario encomendado por el BoE.
Carney advirtió de que los "cambios culturales llevan tiempo" y confió en que la reestructuración a la que ha sometido a la tricentenaria institución permitirá restaurar la confianza. Pero, si su ejercicio de transparencia se limitó a los daños ocasionados por las malas prácticas en el mercado de divisas, el elefante en la habitación era una manipulación de peores consecuencias para la City: la perpetrada, supuestamente, en las subastas de liquidez del BoE en el zénit de la crisis para ayudar a los bancos, los mismos que habrÃan empleado tretas para aprovecharse de un instrumento para mantenerlos a flote.
La bomba inicial habÃa sido detonada ya por el Financial Times en noviembre pero, dÃas después de que Carney evitase pronunciarse durante su comparecencia en la comisión parlamentaria, la Oficina de Fraude Serio confirmaba su implicación activa en el esclarecimiento de un caso que, de confirmarse, amenaza con mancillar aún más el ya golpeado prestigio de la industria. El BoE se habÃa encargado de ponerlo en manos de la Oficina de Fraude el dÃa 20 de noviembre, tras los resultados del proceso interno promovido por el mismo equipo legal que habÃa revisado los oscuros manejos del mercado de divisas.
La investigación no tiene precedentes, pues es la primera vez que el banco central es parte de un proceso criminal en los 28 años de vigencia de la unidad contra el fraude. De momento, se desconoce si ésta está analizando exclusivamente el proceder de las entidades financieras, o también de los miembros del BoE. Lo que se sabe con seguridad es que la controversia se centrarÃa en las subastas organizadas entre finales de 2007 y principios de 2008 para evitar el colapso del préstamo interbancario, cuando el BoE experimentaba con fórmulas de reacción a la crisis, antes de activar en marzo de 2009 el programa de alivio cuantitativo.
El foco de atención estarÃa, sobre todo, en el Proyecto de Liquidez Especial, que llevó al banco central a prestar 185.000 millones de libras (256.000 millones de euros) a 32 entidades bancarias e inmobiliarias con activos imposibles de colocar en el mercado. AsÃ, accedieron a los fondos que tanto necesitaban no sólo para abrir el grifo de crédito, sino para pagar sus propias deudas.