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Hace casi un año, un ser querido estuvo cerca de morir. Para poder acompañarlo mientras se recuperaba, debíamos cubrirnos con guantes, bata estéril y cubrebocas. Comprábamos mascarillas por cajas (eran baratas y fáciles de conseguir) y no se nos ocurría traspasar la puerta de su habitación sin la nariz y la boca cubiertas. |
Meses después, pasado el peligro, el mundo empezó a lavarse las manos con obsesión y a vaciar los estantes de cubrebocas. |
Ahora la mascarilla (cubrebocas, barbijo, nasobuco) es al mismo tiempo símbolo del capitalismo y un caso de estudio de las cadenas de suministro global. Es una señal de cortesía entre vecinos, un objeto fotografiado mil veces —en el rostro abatido de enfermeras, o descartado e inservible en la calle—, una bandera política para quienes, como el presidente Trump, consideran que no es necesario llevarla. Es, también, una mercancía falsificada y traficada por mafias y, para algunos, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. |
A pesar de que a estas alturas todos tenemos una a la mano seguimos aprendiendo sobre ellas. Por eso hoy tenemos una edición especial de mascarillas. |
También hay una extensa y fascinante crónica sobre un médico en Massachusetts que, en busca de equipo de protección personal en plena pandemia, terminó involucrado en un operativo del FBI. La historia es al mismo tiempo un ensayo sobre la economía global, el rol del gobierno en una emergencia mundial y la historia del intento desesperado por abastecer un producto cuyo precio se disparó, según un cálculo, en 724 por ciento. |
Tal vez nos hemos enfocado demasiado en las mascarillas como barreras: del virus y los temidos aerosoles, de la sonrisa, de nuestra comodidad, de algunas libertades. A mí me gusta pensar que, incluso cuando la zozobra y el peligro nos rodean, nos dan la oportunidad de seguir mirándonos a los ojos. |
Cuando la revolución se volvió contra los suyos |
 | | El cementerio donde está sepultado Carmelo Bislick, un locutor de radio que criticó al gobierno de VenezuelaAdriana Loureiro Fernandez para The New York Times |
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Quienes alguna vez defendieron al socialismo venezolano y fueron fervientes seguidores del chavismo han empezado a criticar al régimen de Nicolás Maduro, a protestar en las calles contra la escasez y la corrupción, y algunos incluso decidieron postularse como independientes a las próximas elecciones. Por todo eso ahora los están reprimiendo. |
...y aquí algo para tu fin de semana |
- ¿Te protege la policía? A juzgar por las recientes protestas en toda América Latina, una gran cantidad de ciudadanos no sienten que las fuerzas del orden estén de su lado. Juan Pappier y César Muñoz Acebes llaman a una reforma profunda de los cuerpos policiales para recuperar la confianza de la gente.
- Cuando los demás no se cuidan. Emily Oster, economista, escribe sobre las alternativas que tenemos cuando nuestros seres queridos se comportan de manera temeraria en medio de la pandemia.
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Nuestros lectores comentan |
Hace algunas semanas preguntamos sobre los rituales matutinos de nuestros lectores. Las respuestas nos han hecho reír y sonreír y, sobre todo, sentir que estamos cerca aunque no nos conozcamos. |
 | | Carla Fuentes |
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Gracias a quienes después de leernos utilizan la sección de comentarios, nos hemos enterado, por ejemplo, que Graciela Napoles de Lincolnwood, Illinois, añora la cocina estilo cubano de su mamá. |
Que a Sabrina, en Ciudad de México, la abruma la información sobre la vacuna para la COVID-19. “Saber tanto hoy, nos hace temer más”, escribió. Y agregó: “Yo sí me la pondría, mientras no tenga origen ruso”. |
Y que, en Argentina, José Mendez Basso considera que “el sistema político norteamericano es un gran leviatán que camina hacia la destrucción del país y nada ni nadie parece poder detenerlo”. Sobre las elecciones recientes dice: “Espero que esta sea la bisagra”. |
Que tengas un gran fin de semana. Si te gustó este boletín, compártelo con tus amigos, colegas y seres queridos (y no tan queridos). |
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