Las bolsas chinas cerraron hoy (jueves 09/07) con fuertes ganancias, de un 5,76% en Shanghái y de otro 4,25% en Shenzhen, tras el anuncio que hizo el Ministerio de Seguridad Pública (policía) de que está investigando las actividades especulativas en el mercado. Sin embargo, hay temor global por el lado oscuro o desconocido de lo que sucedió. "Al lado de una crisis China, los problemas griegos se antojan insignificantes, tanto por la exposición de grandes países como USA (sus bancos están 10 veces más expuestos a China que a Grecia), como por el hecho de que China es el segundo socio comercial más grande de Occidente y el país con el segundo mayor PIB mundial, por detrás de USA", explicó Luis Quinteros, en la web española Libre Mercado. Él agregó: "Así, por éstas y otras razones, todos los analistas coinciden en advertir que un desplome de la bolsa china constituye un evento mucho más peligroso que cualquier riesgo asociado a Grecia. Los índices chinos Shanghai Composite y Shenzhen Composite se han desplomado un 30% desde máximos. ¿La razón? Los inversores temen encontrarse ante unas acciones en plena burbuja. Al mismo tiempo, el Gobierno no puede seguir estimulando los mercados." También: "(...) desde abril la bolsa china está tocando máximos, generando un efecto rebote que se extendió durante el mes de mayo, cuando los chinos abrieron 12 millones de cuentas corrientes para comprar acciones en bolsa. Por este motivo uno de los temores principales de los inversores es encontrarse ante una nueva burbuja. Al mismo tiempo existe el temor de que el Gobierno haya tratado de manipular el mercado hinchando artificialmente el precio de las acciones de las empresas públicas para venderlas." Y algo más: ¿qué consecuencias provocará lo siguiente?: "El regulador de los mercados chino, la CRMV, ha advertido de que una "liquidación irracional" está causando "un estrés de l iquidez en la bolsa" y ha provocado ya la suspensión de cotización de más de la mitad de los valores en bolsa (1.429 compañías). Como resultado en las últimas tres semanas se ha borrado una tercera parte del valor de las acciones chinas."
Todos los esfuerzos han estado destinados a apagar el pánico entre los cerca de 90 millones de inversores individuales que participan en las bolsas chinas, a menudo personas con escasos o nulos conocimientos financieros y que han puesto todos o buena parte de sus ahorros en las bolsas.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Después de perder 33% de su valor en tres semanas y media, con la vaporización de unos US$3 billones, y de una larga batería de medidas financieras sin precedentes, directas e indirectas, impulsadas por Beijing, las bolsas chinas parecen retomar la calma pero no por un anuncio económico sino por uno policial.
El índice general de Shanghái empezó el día cayendo un 2,13 %, y estuvo oscilando entre el 3 y el 3,5 % en negativo hasta que, pasada 1 hora de cotización, el viceministro de Seguridad, Meng Qingfeng, anunció que sus fuerzas están investigando para combatir los casos de "venta en corto maliciosa".
El asunto es muy complicado: China necesita acusar a alguien por lo que sucedió/sucede, y anunció que está buscando al culpable. Pero ¿hay culpable que no provenga del propio gobierno chino? En cualquier caso, el público cree que el problema no es una 'burbuja' sino un conspirador o terrorista o delincuente al que ya están buscando. ¿Quién será el 'cabeza de turco' que enfocarán los de Beijing?
Meng reveló que se había reunido con la Comisión Reguladora del Mercado de Valores de China (CRMV) para trabajar en esas investigaciones, que permitirán "devolver el golpe" contra ciertas actividades ilegales en los recintos bursátiles, según adelantó la agencia oficial Xinhua.
Hasta entonces, las cotizaciones habían continuado su caída libre de los últimos días, con más de 400 valores suspendidos automáticamente en los primeros minutos de la jornada por sobrepasar las pérdidas diarias máximas permitidas (un 10 %), y con otras cerca de 1.400 acciones aún sometidas a suspensión voluntaria provisional.
Sin embargo, y pese a pequeñas oscilaciones al final de la mañana, Shanghái subía ya 1,3 % a media sesión, y llegó a ganar más de un 6% durante la cotización vespertina, para finalmente cerrar con un sólido incremento del 5,76 %: todo un respiro tras 4 semanas en rojo casi constante.
En Shenzhen, una bolsa especializada en firmas tecnológicas y en pequeñas y medianas empresas (las que más han sufrido estos últimos días), y que además es el escenario natural de muchas firmas del sureste chino, le sesión comenzó también con descensos, pero tras el anuncio de Meng pasó a registrar subidas sin interrupción.
El anuncio del viceministro pareció dar el espaldarazo de confianza que esperaban los inversores individuales de todo el país, tras una larga batería de medidas excepcionales impulsadas por Beijing desde hace 2 semanas. La última fue esta misma mañana, cuando el regulador bancario anunció que permitirá a las entidades financieras, dada la excepcional situación actual, redefinir y aumentar los plazos de pago de los préstamos marginales concedidos, para su inversión en bolsa, a millones de inversores individuales en todo el país, sobre todo, en los 7 meses de gran racha alcista que hubo hasta junio.
Esta medida tranquilizará también, previsiblemente, a millones de ahorradores que recurrieron en los últimos meses a este tipo de crédito para financiarse una mayor participación en los mercados, ante la burbuja bursátil que se estaba creando, lo que hizo dispararse el nivel de apalancamiento en los parqués chinos.
Para algunos analistas, de hecho, el motivo de que tantas firmas listadas en Shanghái y Shenzhen recurrieran en los últimos días a la suspensión temporal voluntaria de su cotización se debe a su desesperación por no aumentar sus pérdidas, pues recibieron también créditos, con sus acciones como garantías, que aún deben devolver.
Otra medida que puede haber influido en los mercados fue el anuncio de la CRMV, que obliga a los mayores accionistas del país a mantener sus participaciones durante los próximos 6 meses, con la advertencia de "serias" consecuencias en caso contrario.
Todos los esfuerzos han estado destinados a apagar el pánico entre los cerca de 90 millones de inversores individuales que participan en las bolsas chinas, a menudo personas con escasos o nulos conocimientos financieros y que han puesto todos o buena parte de sus ahorros en las bolsas.
Se calcula que, estas personas tienen 257 millones de cuentas de inversiones en bolsa, con lo que generan cerca del 80% del volumen de negocios diario de los parqués chinos.
Su falta de conocimientos financieros hace que actúen por impulsos o rumores, lo que hace que Shanghái y Shenzhen sean 2 de los mercados financieros más volátiles del mundo.
Reserva Federal
Ya en junio los jefes de la política monetaria estadounidense estaban preocupados por la situación económica en China, donde las bolsas llevan tres semanas de fuertes caídas y hacen temer de que la primera economía asiática se esté acercando a la explosión de una burbuja con graves ramificaciones.
La Reserva Federal observa varios riesgos que pueden lastrar el crecimiento económico de USA. Entre ellos destacan la ralentización del crecimiento en China, los comentados anteriormente de Grecia y Ucrania, y las políticas monetarias expansivas que están implementado varios países y regiones. Estas actuaciones de los bancos centrales están provocando una fuerte apreciación del dólar que puede perjudicar las exportaciones netas de USA.
Acerca de la situación en China, hay una coincidencia global: la 'burbuja' bursátil ha sido promovida, de forma irresponsable, por el gobierno chino simplemente con la intención de captar capital extranjero hacia sus empresas. Ese es el motivo de la ingente cantidad de OPV (oferta pública de valores) que ocurrió en estos últimos tiempos en China. Si a eso se le suma una población de éxodo rural que se incorpora al sistema productivo y comienza a tener ahorros y dirige sus ojos hacia el "compro porque sube", ya está todos preparado para el colapso que supone una estafa del inversionista.
"(...) Tras años esperando la explosión de la burbuja inmobiliaria de un país que alberga a más de 1.400 millones de habitantes, parece que la burbuja que se está rompiendo es la del mercado de acciones. Para poner todo en perspectiva os recordamos que el mercado de renta variable chino ha recortado un -26% desde el máximo anual del 12/junio, lo que significa una pérdida de capitalización de -3 Tn$ (¡hablamos de una cifra similar a 1/3 del market cap del Stoxx600 europeo!). Además el regulador ha suspendido de cotización a 1.450 valores (50% del total de compañías listadas), paralizado el mercado de OPVs y el PBoC está sosteniendo el mercado de equity (compras en mercado y ampliando los límites a aseguradoras para que compren acciones).
Debemos remarcar que las carteras de valores son utilizadas como colaterales (garantías) para que economías domésticas y empresas chinas hayan podido apalancarse y facilitar el fuerte crecimiento del país asiático. Es obvio resaltar la importancia por tanto de evitar que el mercado de equity se desplome con violencia.
Las derivadas principales para las compañías europeas dependen de la exposición a la 2da. economía mundial. Sectores como el de commodities, textil, alimentación o automóvil son de los que primero vienen a la mente. Nuestros cálculos apuntan a que 1.600 bn€ (billones de euros) en la capitalización de las mayores compañías (vs 8.900 bn€) están expuestos a China, aparte de exposiciones indirectas vía joint-ventures o relacionadas con el consumo exterior. Además los bancos norteamericanos tienen una exposición a China relativamente significativa, algo que podría meter más riesgo e incertidumbre. Y qué decir de la relevancia de China en el mercado de materias primas. Los precios del crudo, mineral de hierro, cobre, níquel, zinc, etc se están desplomando al unísono. No se salva ni el oro. (...)".
Caída libre
De pronto, el miércoles 08/07, el índice de referencia en Shanghái, el mayor del país, cayó un 5,9% y cerró en mínimos de 4 meses.
En Shenzhen, donde cotizan mayoritariamente empresas del sector tecnológico, las pérdidas fueron del 2,9%. Las autoridades siguen tomando medidas para evitar el desplome y han prohibido a los grandes accionistas y a los directivos vender sus títulos.
La mitad de las 2.800 empresas que cotizan en Shanghái y Shenzhen han suspendido la cotización de sus títulos, sea de forma voluntaria para evitar mayores pérdidas o porque el valor de sus acciones ha caído el máximo permitido por el regulador bursátil chino por jornada: un 10%. Un millar alcanzaron este umbral en solamente los 10 primeros minutos de la sesión.
En Shanghái solamente 12 compañías cerraron la jornada con ganancias. Hasta las grandes compañías estatales —que se habían beneficiado de las compras en masa ordenadas por las autoridades— han cerrado en números rojos porque los pequeños inversores decidieron vender estos títulos más estables ante la incapacidad de operar con los que han quedado suspendidos.
Las pérdidas fueron generalizadas en todos los sectores pero especialmente en tecnologías e Internet, equipos médicos, aeronáutica o de transporte. Y serían mucho mayores si no existiese el mecanismo que limita al 10% el descenso diario, o si el supervisor bursátil rechazara las peticiones voluntarias de suspensión (en este caso, se mantiene la última cotización, lo que amortigua la caída). En los mercados de futuros, que sí negocian todos los valores, estén ahora suspendidos o no, el descuento sobre lo que marcan los índices de referencia ha alcanzado niveles récord, según datos recopilados por Bloomberg.
Ante el silencio del 1er. ministro chino Li Keqiang, un portavoz de la Comisión Reguladora del Mercado de Valores del país reconoció que el pánico se ha extendido en el mercado de renta variable del gigante asiático, el 2do. mayor del mundo, provocando una “venta masiva irracional”.
En un nuevo intento de estabilizar las cotizaciones, que en menos de 1 mes han perdido 33% de su valor, el Banco Popular de China ha prometido más liquidez para la entidad estatal encargada de financiar a las corredoras de bolsa con el objetivo de aumentar el ritmo de compra de títulos, dar más créditos a los inversores y apoyar las acciones de las pequeñas y medianas empresas, las más afectadas por la debacle.
Beijing también movió sus tentáculos en las grandes empresas del país para exigir que no vendan más acciones de sus filiales que cotizan a Bolsa. Las aseguradoras han visto ampliados sus límites para invertir en el mercado de renta variable y hasta los directivos de varias empresas han sido obligados a comprar acciones de sus compañías a pesar de estar en caída libre. Pero esta nueva batería de medidas de apoyo tampoco surtió efecto.
Tras el cierre de los mercados, en la noche del miércoles 08/07, la Comisión Reguladora del Mercado de Valores dio un paso más: prohibir a los grandes accionistas (los que tengan más de un 5% del capital social de una firma), consejeros y directivos que vendan títulos de sus compañías. La prohibición, que afecta a todas las empresas cotizadas, ya sean controladas por el Estado o privadas, se extiende a los próximos seis meses.
A diferencia de los mercados de valores en otros países, dominados por grandes fondos y gestores profesionales, el 85% de las cuentas en China pertenecen a pequeños inversores la gran mayoría de los cuales carece de conocimientos financieros. Muchos de ellos han llegado a la Bolsa estos últimos meses atraídos por la gran rentabilidad. El índice de Shanghái se había revalorizado más de un 150% en el último año y el de Shenzhen un 200% antes del desplome. El precio de las acciones de algunas firmas tecnológicas llegó a subir un 4.200%.
Muchos inversores se endeudaron para comprar más acciones, y ahora casi todos abandonan el mercado a un ritmo mucho más rápido del que entraron independientemente de lo que hagan las autoridades. Con el valor de las acciones chinas todavía un 75% más alto que hace un año, los analistas anticipan nuevas caídas a corto plazo.
Puede que la ciudad vieja de Shanghái, con sus callejones estrechos, olorosa comida callejera y minúsculas casas de una habitación, esté a punto de desaparecer por causa del desarrollo inmobiliario, pero todavía hospeda a una vibrante comunidad.
Y, a inicios de este año, la mayoría de los rumores y conversaciones de los dueños de tiendas y puestos callejeros de la zona tenían como tema favorito a las fortunas que se podían hacer al otro lado del viejo y sucio río Huangpu, en la Bolsa de Valores de Shanghái.
"Yo nunca había invertido en la bolsa de valores", cuenta Lin Jinxia, una vecina de la zona.
Lin vive en el séptimo piso de un edificio lleno de viejas y polvorientas bicicletas, en un minúsculo apartamento que comparte con su esposo y su hijo de cuatro años de edad.
Ella y su marido emigraron desde la provincia de Fujian hace cinco años. Y gracias a su trabajo duro, vendiéndole botones a la dinámica industria textil local, lograron ahorrar una pequeña fortuna.
Luego, en mayo de este año, invirtieron buena parte de la misma en la bolsa, colocando más de 200.000 yuanes (unos US$32.000) en 4 compañías diferentes.
Parecía una inversión inteligente, con acciones en el mundo de la electrónica, la moda y la industria automotriz.
Pero el momento no podía ser peor: el valor colectivo de todas sus acciones se desplomó hasta la mitad de su precio original, lo que significó una pérdida de unos 100.000 yuanes.
"Perdí mucho del dinero por el que había trabajado tan duro", cuenta Lin. "Ahora tengo que ahorrar y reducir mis gastos", le dice a la BBC.
Parte del problema es que en China, a diferencia de en Europa y Estados Unidos, el 80% de los inversionistas son individuos.
Y muchos de ellos son nuevos e inexpertos, por lo que a menudo se dejan guiar por caprichos y rumores.
Eso hace al mercado particularmente susceptible a rápidos cambios provocados por el denominado comportamiento de rebaño.
Y, precisamente, después de haber hecho subir los precios de las acciones en China de forma sostenida por más de un año, el 12 de junio el rebaño decidió repentinamente dar la vuelta.
Tres semanas después, el valor del mercado se había reducido en un tercio, provocando una pérdida de US$3,2 billones.
Ante esta situación, el gobierno chino les prohibió este jueves 09/07 a los invididuos con una cantidad de acciones mayor al 5% del valor de una empresa que vendan sus títulos durante los próximos 6 meses.
"Sabía que había riesgos"
La pequeña sastrería de Chen Zhihui se encuentra en un callejón cerca de la casa de Lin Jixia.
Y, como su vecina, él también actuó siguiendo el consejo de aquellos que, hasta hace poco, habían estado viendo crecer el valor de sus acciones, sin darse cuenta que entraba al juego en el peor momento posible.
"Personalmente, sabía que había riesgos", admite sin embargo en su pequeño taller y en medio del ruido de una máquina de coser.
Chen puso todo su dinero en una sola compañía: 100.000 yuanes en acciones de una acerera china que rápidamente pasaron a cotizarse a la mitad de su valor original.
Y aunque sus pérdidas son relativamente pequeñas, el modesto sastre dice que en casi todas las casas y tiendas de su barrio y alrededores hay alguien que pasa por un predicamento parecido.
O que teme que pronto podría verse en la misma situación.
"Si todo el mundo perdió 5.000 yuanes, la suma total podría ser inmensa", advierte Chen.
Y para muchos analistas eso explica por qué el gobierno chino está haciendo todo lo que puede para evitar que el mercado caiga todavía más.
Impacto económico
Parte del problema es que, para el Partido Comunista chino, una pujante bolsa de valores era un componente clave para la transición hacia una sociedad de consumo.
El creciente número de accionistas servía tanto para recapitalizar a las compañías locales como para hacer que cada vez más chinos se sintieran más ricos.
Pero ahora las autoridades se ven enfrentadas a la tenebrosa posibilidad de que el mercado tenga el efecto contrario.
Y, con sus ahorros evaporándose rápidamente, millones de pequeños inversionistas podrían empezar a apretarse el cinturón.
Algo que podría tener un impacto negativo tanto para la economía china como para a nivel mundial.
Por ahora, sin embargo, son solo los recién llegados a la bolsa de valores los que se han visto afectados, pues en el largo plazo la reciente depreciación ha sido fácilmente compensada por las ganancias obtenidas con anterioridad.
Pero las medidas tomadas por las autoridades en los últimos días son parte de un intento, quizás inútil, para evitar que las cosas se pongan peor.
Y las mismas han sido criticadas por observadores externos como una peligrosa interferencia política en los mercados y su habilidad para valorar adecuadamente el riesgo.
Aunque también podría argumentarse que la misma acusación también cabría para sus intentos originales por dinamizar los mercados.
Política, no economía
Varios analistas creen además que un colapso total del mercado de valores chino no debería tener mayores repercusiones a nivel global.
"Su bolsa de valores es muy pequeña, minúscula, caso completamente irrelevante", dice Chen Long, un economista especialista en China que trabaja para al firma Gavekal Dragonomics.
"Equivale a nada más el 5% de la riqueza de los hogares chinos", explica.
"Y además el mercado todavía está por encima de donde estaba el año pasado".
Desde esta perspectiva el precio de las acciones chinas todavía podría caer más antes de que nadie, y especialmente el gobierno, tenga realmente motivos para entrar en pánico.
Lo que sugeriría que las acciones Pekín podrían estar motivadas más por preocupaciones políticas que económicas.
Las actuales preocupaciones del gobierno chino parecen ser más políticas que económicas.
Efectivamente, en medio de la actual desaceleración de su economía lo último que necesita el gobierno es hordas de pequeños inversionistas saliendo a la calle a protestar.
Y, al menos por el momento, esa parte de la estrategia parece estar funcionando, pues no se ven signos de enojo.
Lin Jinxia, por ejemplo, planea conservar sus acciones con la esperanza de que su valor vuelva a subir.
"Confío en que el gobierno va a saber aplicar las estrategias necesarias", le dice a la BBC.
Confianza inversionista
Liu Changrong vende fideos, chuletas de cerdo y arroz en un restaurante que queda a más o menos una cuadra de la sastrería de Chen.
Es muy astuto o muy afortunado, o ambas cosas a la vez. "Nada más hay que comprar en el momento justo", le dice a la BBC.
Eso fue justamente lo que hizo al poner 200.000 yuanes en acciones de un gran conglomerado chino el año pasado para luego vender en mayo, por poco menos de su precio máximo.
Obtuvo pingues ganancias: más de un 50%. Pero no ha perdido el apetito.
Y a pesar de los problemas de sus vecinos, confía en que el gobierno va a solucionar los problemas.
"Cuando el mercado mejore, voy a volverlo a intentar", dice mientras pone un caldero con agua a hervir.
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